James Franco, protagonista de 22-11-63.
James Franco, encargado de salvar a Kennedy. Mal asunto.

 

Cada vez que me gusta una novela imagino, mientras leo, le versión cinematográfica. De manera que, al mismo tiempo (y por el mismo precio), soy lector, protagonista y director de cásting. Así que cuando se anuncia la película o la serie acudo raudo a comprobar si el director me ha hecho algo de caso. Sobra decir que jamás atienden mis sugerencias; bastante tienen con podar el libro para que la producción no dure 16 horas.

No me desanimo. Las adaptaciones de aquello que me gustó me interesan aunque sean pésimas o simplemente estén por debajo de mis expectativas. Me sucede con “22-11-63”. La novela de Stephen King aúna dos asuntos que me resultan especialmente fascinantes: el asesinato de Kennedy y los viajes en el tiempo. Cuando supe que la serie estaba disponible, me lancé a ella vorazmente y en ella sigo a la espera del siguiente capítulo.

Ahora vienen las objeciones. Empezaré por la elección del actor principal. James Franco no encaja en la descripción del profesor cansado y quemado que describe King. Ni por la edad ni por la quemazón. Ni por la forma ni por el fondo. James Franco tiene 38 años, pero nunca superará la veintena. Es un actor tan habitual en películas gamberras que siempre parece al borde de la ventosidad. Sólo se salva en “127 horas”,  (película muy recomendable) y eso dice mucho del talento como director de Danny Boyle.

Me cae bien, James Franco, no crean. Me pasa igual con Ben Affleck. Detecto en ellos una cierta afinidad psicológica y creo que, llegado el caso, podríamos ser amigos, incluso compañeros de ventosidades. Pero en el cine me cuesta creérmelos, especialmente en papeles de cierta hondura.

En fin, no era un buen comienzo, pero continué. Para compensar la dudosa elección de James Franco estaba Chris Cooper, uno de esos secundarios capaces de levantar casi cualquier película, incluso las que, como esta serie, desprenden un inquietante aroma de telefilm.

Sarah Gadon.
Sarah Gadon. Esperen a que sonría.

No me di por vencido. Acepté a Franco como animal de compañía y disfruté del descubrimiento de Sarah Gadon, una actriz que tiene una sonrisa con la que podría atracar la Reserva Federal (tiembla Rachel McAdams).

El tiempo me lo paso así: ilusionado por algo y decepcionado por bastante, pero sin dejar de mirar. Al fin y al cabo, la vida de JFK está en juego.

2 comentarios en «22-11-63: lo que le debe una serie a un buen libro»
  1. Completamente de acuerdo contigo Juanma… Sigo esperando que me deslumbren dos temas tan apasionantes como JFK y los viajes en el tuempo. En canto a James Franco, igual influye su rol protagónico en el hecho de que es uno de los que ha pagado la serie como productor. O no, quién sabe…

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