Una de las cosas que distinguen la edad adulta de la juventud es que, con los años, te conformas con la emoción. Llevado al fútbol (y al amor) sería como darse por satisfecho con un balonazo al poste. Hubiera sido mejor el gol, teóricamente, pero el estallido en el palo da para consolarse durante una vida entera. Estarán de acuerdo conmigo todos los veteranos que todavía salen los jueves por la noche.

Lo peor que ocurrió en la última jornada de la Liga, sección título, fue la ausencia de emoción. Es cierto que el Real Madrid fue campeón virtual durante catorce minutos, pero la sorpresa nunca se vivió como una opción creíble. El Barça jamás se sintió con la navaja en el cuello, ni siquiera en ese tramo inicial. Nada extraño flotó en el aire, ni en Granada ni en Coruña; sólo polen.

La decepción es mayor para todos aquellos que ya teníamos uso de razón en las Ligas de Tenerife. Por no hablar del infausto penalti de Djukic o por no remontarnos al campeonato que ganó la Real en 1981 con un gol de Zamora en El Molinón. Esos sí que eran finales. Todo lo que podía complicarse, se complicaba dramáticamente.

Los que conocimos aquellas tardes nos preparamos para la jornada con las cautelas básicas: ningún jarrón chino a menos de cinco metros, ningún objeto delicado (niños incluidos) en el área de influencia de un puñetazo perdido o una chilena desesperada. Bien, pues sobraron las prudencias. Hasta el seguidor más apasionado hubiera podido ver los partidos con un bebé dormido en un brazo y una figurita de Lladró en el otro.

Sin la intriga por el título, el único suspense giró en torno al enfrentamiento goleador entre Cristiano y Luis Suárez, aunque este redoble también fue de corta duración. El uruguayo contestó con un doblete al doblete del portugués, que fue sustituido en el descanso para no provocar al destino. Ya sin oposición, Suárez completó su tarde (y su temporada) con otro gol más. Con permiso de Messi y Neymar, en este título su firma es la primera.

Si alguien dio cabezadas durante los partidos no debe sentirse culpable; hubo goles y campeón, pero faltaron palos, esos estallidos de los que se recuerdan durante una vida entera.

2 comentarios en «Barça, un campeón sin intriga»
  1. »Los que conocimos aquellas tardes nos preparamos para la jornada con las cautelas básicas: ningún jarrón chino a menos de cinco metros, ningún objeto delicado (niños incluidos) en el área de influencia de un puñetazo perdido o una chilena desesperada». Genial Juanma, hasta la Undécima, suerte !

  2. »Los que conocimos aquellas tardes nos preparamos para la jornada con las cautelas básicas: ningún jarrón chino a menos de cinco metros, ningún objeto delicado (niños incluidos) en el área de influencia de un puñetazo perdido o una chilena desesperada», jaja genial Juanma, hasta el 28, HALAMADRID !!!

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