Madrid-Milán, en la calle.
Madrid pasa el sábado por esta calle. No se apelotonen.

Por Dani Cerdeña (@DaniCerdena), alumno del Master CID de la Universidad de Salamanca)

Jan. Juanfran. Diego. Jose María. Stefan. Filipe. Saúl. Tiago. Koke. Gabi. Yannick. Antoine. Ángel. Fernando. Y el cholismo. Quince nombres propios dirigidos por su director de orquesta desde un prisma analítico. En cada entrenamiento. En cada comida de grupo. En cada charla en vestuarios. En cada encuentro amistoso u oficial. Cinco años después, el partido a partido cobra su máxima expresión con Milán como testigo. San Siro, templo histórico del milanismo, ha servido como invitado de lujo de un nuevo campeón de la orejona: el Atleti.

Del pupas al campeonísimo de Europa. Del fracaso al éxito. El mejor colectivo futbolístico dibujó su final soñada ante su eterno rival. Un Real Madrid que fue vengado por los colchoneros de la manera más retorcida posible: Saúl Ñiguez, un diamante de la casa, se disfrazaba de Sergio Ramos para elevarse como un gigante a la salida de un córner y rubricar una final soñada. Y en el descuento. Hoy llora el Manzanares. Y el Calderón. Y los colchoneros de todo el mundo. Pero de alegría. Los Reina, Melo, Capón, Abelardo, Heredia, Eusebio, Ufarte, Aragonés, Gárate, Irureta, Salcedo, Courtois, Miranda, Raúl García, Diego Costa, Villa, Adrián, Sosa y Alderweild dan las gracias. No fue a la primera, ni a la segunda, ni tampoco a la tercera. Pero sí a la cuarta. Hoy, 28 de mayo de 2016, decimos con orgullo: “Sí, papá. Somos del Atleti”.

Un comentario en «Llorar de alegría (precrónica con los dedos cruzados)»
  1. En una final puede pasar cualquier cosa, pero si el Real Madrid juega como equipo, creo que esta vez no necesitará prórroga para ganar la undécima.

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