Asensio, contra las telarañas.
Asensio, explorador de telarañas.

Hay rasgos que nos distinguen, como personas y como comunidades, también como clubes de fútbol. Poco importa si la herencia es genética o social, innata o aprendida. Lo relevante es que, llegado el momento, el rasgo florece. En el Real Madrid, por ejemplo, ha quedado establecido que no hay minutos más largos y aprovechables que los últimos y en ellos cabe de todo, generalmente una remontada o un gol victorioso.

No es un acto de fe. La convicción está basada en la experiencia, en este caso no hace falta visualizar el limón, Europa es un limonero. Es entonces, al coincidir la determinación de unos y la inseguridad de otros, cuando salta la chispa, llega el gol (habitualmente de Ramos) y se engorda la estadística. Sucedió de nuevo en la Supercopa.

El Sevilla creyó muerto a su adversario en el tiempo reglamentario, pero no se preocupó de clavetear la tapa, pasaban dos minutos de la hora. En el último instante de la prórroga olvidó la lección anterior e imaginó que su rival aceptaría los penaltis, faltaban dos minutos para el final. En cada caso, el Madrid percibió la mínima rendija como si fuera de la Puerta de Alcalá. Y por allí se metió el madridismo entero.

Que los goles ‘épicos’ fueran conseguidos por futbolistas españoles podría no ser una casualidad. Sería razonable que en ellos, capitán y canterano, estuviera más arraigada la convicción. De otro modo no se entiende la fijación de Ramos con el minuto 92 ni la entusiasta carrera de Carvajal en el 118. Hay algo al otro lado y a falta de un mejor nombre lo llamaremos Real Madrid.

El fantástico gol de Asensio, un zurdazo de estrella mundial, se quedó viejo ante la frenética sucesión de acontecimientos. Sirvió para comprobar, eso sí, que pocas cosas ilusionan tanto al madridismo como un joven talento con el pelo bien cortado. El problema de Asensio, y el de Morata, Isco o James, es que no hay sitio para todos. Y cuando se abra un hueco lo ocupará por méritos propios Lucas Vázquez, el mejor de los madridistas de reemplazo. Esa es la cruda realidad de un club que, a día de hoy, no encontraría lugar para la totalidad de la Quinta del Buitre.

Lo mejor que se puede decir del Sevilla es que le sobraron sólo dos malos suspiros. Algo dejó claro: quizá sus futbolistas no dispongan de tanto talento como los del Madrid, pero tienen más afeitados. Sampaoli está presente en el estilo, en las garras y en el rumor, y jugadores como el Mudo Vázquez (también llamado Pachorra) o Kiyotake (Teriyaki en breves momentos) harán las delicias del sevillismo. Nada puede reprocharse el campeón de la UEFA salvo la falta de memoria. Era el Madrid.

5 comentarios en «El Real Madrid o el poder de la convicción (enésimo capítulo)»
  1. Hay otros que escriben sobre el fútbol, sobre el Real Madrid, pero nadie como Trueba para convencer y conmover con la palabra que roza la poesía por la precisa sencillez, lejos de la hipérbole, en su declaración de amor hacia la magia de un equipo que representa el nunca darse por vencido. ¡Viva Juanma, viva el Real Madrid!

  2. Algo corto para reflejay el partido…el gol anulado a Ramos el «no penalti» con engaño de Modric. Me encanta la atmosfera que creas para leer, pero últimamente me falta más «cuerpo».

    1. Esos datos que para Ud. faltan, son los que sobrarían por tratarse no de la narración del partido, para eso están los narradores del encuentro, sino del espíritu invencible del Real Madrid, el que lo acerca al hombre y lo aparta de lo anecdótico. Menos es más.

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