Calmejane, entre azafatas.
Calmejane, entre azafatas.

 

Cuando Lilian Calmejane, flamante ganador de la etapa, se dispuso a besar a una de las azafatas, concretamente la situada a su derecha, los labios de ambos estuvieron a punto de coincidir accidentalmente. El chico salió algo azorado de la situación y ahí se le notaron los 23 años, la falta de podios y la escasez de novias comunitarias (léase de la UE). La joven, por su parte, evitó el equívoco con agilidad de cobra. Resulta evidente que conoce la naturaleza masculina pero no sabe nada de ciclismo: es Sagan quien la hubiera besado a tornillo.

Vaya en descargo de Calmejane que los franceses besan al revés, lo que significa (no se asusten, ni se exciten) que ofrecen primero la mejilla izquierda, la contraria de la que esperamos nosotros. Se dice que a los italianos les pasa lo mismo, pero en este caso sí conviene desconfiar. Más embarazoso habría sido si el ganador hubiera nacido en Normandía, pues ellos reparten cuatro besos, dos por mejilla. O que Calmejane hubiera practicado el beso nacional, el french kiss: aquel en el que las lenguas entablan conversación. Es muy posible que, en tal extremo, hubiésemos asistido al primer tortazo en la historia de los podios ciclistas.

Calmejane aprenderá y es fácil que la azafata en cuestión presuma algún día del chico al que negó el beso que merecía. Bastante fácil.

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