Juventud, divino tesoro.
Morata, el último grito.

El Real Madrid debería celebrar antes que el juego, incluso que las victorias, el ambiente de felicidad que rodea al equipo. Por lo que se ve, no es necesario fichar a una superestrella cada verano. La pacífica sensatez de Zidane también genera ilusión. Su apuesta por los jóvenes conecta con la grada y sirve para purificar el aire, para limpiarlo de divinidad. La entusiasta reacción de los aficionados no es nueva. Es curioso cómo prevalecen los valores que algunos se empeñan en negar. Siempre existió debilidad por los chavales, mejor si son canteranos y preferiblemente si se trata de españoles, pero sin excluir a los que, como Casemiro, representaban las divisas del club, el coraje y la humildad.

Para todos los chicos hubo ovación, durante el partido o en los cambios. Para cada jugada hubo un aplauso y para cada oportunidad del Celta, paciencia. Esa es otra refrescante novedad: la gente entiende que los muchachos necesitan tiempo. Sin fisuras y sin reproches. Es muy posible que el Bernabéu haya sanado por fin de la herida que lo tuvo dividido.

No niego otra posibilidad y es el encanto de lo efímero. Hasta los interesados asumen que la alineación cambiará cuando regresen Cristiano y Benzema, momento en el que el equipo será como siempre fue, poderoso, levemente distraído y voraz en los momentos cumbre.

Hasta entonces, se percibe una inocencia juvenil que apetece disfrutar. Quizá no exista tanto talento como en la primera versión, pero a cambio no hay desmayos, ni egos desaforados. Los jugadores se entregan y se descubren, dejando asomar la debilidad de un grupo sobrado de energía pero falto de picardía. Por ahí incidió el Celta, con el suficiente porcentaje de futbolistas argentinos y, en consecuencia, con el oficio bien aprendido.

Morata fue protagonista por su gol y por sus cabezazos contra el muro; en ocasiones recuerda a esos niños de doce años que calzan un 45 de pie y que no saben controlar sus movimientos. Si en sus momentos menos brillantes fingiera indiferencia sería mejor valorado. Sin embargo, todavía, y gracias al cielo, es incapaz de fingir. Asensio, por su parte, dejó detalles de clase infinita, pero empiezo a pensar que el Real Madrid está en proceso de cambiar a una mujer guapa (James), por otra igual de guapa (o quizá menos) pero más joven.

El Celta, del que he hablado poco, resultó fundamental para el espectáculo, lo que es un triste consuelo si eres del Celta. Nadie quiere el papel de simpático conversador que se marcha cada noche sin la chica y sin los puntos.

3 comentarios en «El encanto de la juventud»
  1. Cuando lees una crónica de este señor y, como siempre, se te queda esa sensación de que a la bebida le faltaban unos mililitros y necesitas pedir otra, y lo comparas con la colección de bufandas con vuvucelas que copan el periodismo deportivo nacional, te explicas perfectamente por qué este país está como está y va a seguir estando como está durante mucho tiempo.

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