Justicia divina. Contador, en el podio.
Justicia divina. Contador, en el podio.

La escena cumbre del Cyrano y sus múltiples versiones es aquella en la que el desdichado narigudo le susurra a un muchacho sin luces cómo seducir a la bella Roxane, amor inconfesable del caballero de Bergerac. Supongo que ya les tengo a mi rueda. Contador tuvo la inspiración y alimentó el deseo, pero terminó por susurrar al oído de Nairo cómo ganar la Vuelta a España. Se lo explicó durante más de cien kilómetros y el colombiano lo entendió a la perfección, porque tiene muchas luces y todas están encendidas. Cuentan que, finalizada la etapa, Contador salió al encuentro de Nairo para estrecharle la mano con la misma generosidad y elegancia de Cyrano.

Poco importa que Contador suba o no al podio de Madrid porque su papel habrá sido fundamental en el desenlace de la Vuelta. Es lo más honorable a lo que puede aspirar un veterano campeón al que le sobran osadías pero ya le faltan piernas. Nairo será un vencedor rutilante e indiscutible, pero el análisis de su triunfo no será completo si no recordamos que la bala que mató a Froome la disparó Alberto Contador.

La enseñanza que nos deja su ataque en el kilómetro cuatro es que sin riesgo no hay heroísmo, y sin heroísmo no hay ciclismo. El problema es que son mayoría los directores adocenados, aquellos que siempre encuentran una excusa para su miedo: conservar el podio, el top-ten, la clasificación por equipos… Por fortuna, Contador y el Orica coinciden en  esta Vuelta como benditas excepciones.

Si doy por hecho que la carrera está decidida es sólo por provocar, a los dioses concretamente. En secreto sueño con otro volantazo del destino, con la furiosa reacción de Froome y con una nueva locura de Alberto; Cyrano susurrando al oído de otro pretendiente y la bella Roxana, comprendiendo, por fin, el engaño.

 

4 comentarios en «Quintana, Contador y Cyrano»
  1. Que pedazo de etapa, Juanma. Estas cosas ya no pasan. O no pasaban. Hubo un ataque de Perico en el Tour con Mottet y creo Millar parecido. Hubo el ataque-conspiración de Perico contra Millar camino de Segovia, un ataque de Indurain con Bryuneel a rueda y uno de la ONCE en el Tour contra Indurain en el Macizo Central.

    Y la de hoy ha sido quizá la que más me ha gustado, porque ya no pensaba que esto ocurriese. Porque los ataques se hacen a 2km del final, no a 2 kilómetros de empezar. Porque el ciclismo de estos tiempos es amarrete.

    Y a todo esto Froome estaba en fuera de juego, quizá mirando el potenciometro y su equipo ni se sabe. Pero no nos quedemos en el detalle de Froome (de haber estado donde debía estar la etapa de hoy no existe), ni en los 91 ciclo turistas que han llegado 54 minutos tarde (por qué no expulsarles? Supongo que la sanción económica será sería) y disfrutemos del espectáculo.

  2. Sin quitar mérito a la enésima demostración de coraje de Alberto, yo creo que a quien más tiene que agradecer Nairo su previsible triunfo en esta Vuelta es a su equipo, Movistar. Ayer estuvieron de ’10’ y es difícil creer que esa estrategia no estuviera preparada. Imanol y Alejandro estuvieron ayer sensacionales en el segundo grupo y si la fuga triunfó fue por su empeño en dinamitar el pelotón y dejar totalmente fuera de combate al grueso del equipo Sky que peleaba por entrar. Además, Valverde (para mí, el corredor con más clase que ha dado el ciclismo español en las últimas dos décadas) destrozó mentalmente a Froome en la subida final y eso influyó en que la renta final estuviera más cerca de los tres minutos que de los escasos dos con los que iniciaron el puerto.

    Nunca un equipo ha estado tan sujeto a su jefe de filas como el Movistar de esta temporada y eso es algo que los seguidores de Quintana deberían reconocer. No está de más recordar a los olvidadizos medios de comunicación colombianos (había que leerlos tras la etapa del Aubisque) a quién debe Nairo su podio en el reciente Tour.

  3. de todas las maneras, el primer ataque que rompe la etapa es de Bambrilla y contador sale a su rueda, luego le da continuidad eso sí, pero no es lo mismo empezar un ataque que salir a el, como no es lo mismo llamar a la puerta que salir a abrir.

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