Indignación entre las fuerzas vivas de Calabuch por el indulto de la Vuelta.
Indignación entre las fuerzas vivas de Calabuch por el indulto de la Vuelta.

 

El colombiano Esteban Chaves fue el ganador de la etapa finalizada en Calabuch. Su triunfo no fue reconocido por los jueces, ni siquiera considerado, con la endeble excusa de que antes que él entraron trece ciclistas, Drucker el primero. Lo que olvida la judicatura (y la organización) es que esos trece corredores llegaron fuera de control en la etapa de Formigal, lo que debería haber provocado su fulminante expulsión, tal y como ordena el reglamento. Prueba de que el indulto ha convertido en rentable su ahorro de energía (llegaron a 54 minutos) es que más de media docena se agolparon en el sprint de Peñíscola, para grave perjuicio de Chaves, que es un muchacho educado y no protestará.

Luis Ángel Maté también tendría razones para sentirse molesto, incluso furioso. Integrante de la escapada del día, nunca sabrá cuál hubiera sido su suerte en caso de que los indultados no hubieran trabajado para echar abajo la fuga. Quizá hubiera ganado la etapa, quién lo sabe, o al menos habría peleado por ella hasta el último instante. Preguntado al respecto en meta, Maté, que es hombre de buen humor, consideró poco graciosas las medidas de gracia.  

Privilegiar los intereses económicos de los equipos por encima de los intereses deportivos es una implacable manera de matar el deporte. En otro artículo (en otra tesis) tocará analizar los impulsos suicidas del ciclismo. No sé, quizá utilicemos demasiadas veces la expresión tumba abierta.

3 comentarios en «Chaves se impuso en Calabuch (digan lo que digan)»
  1. Cicerón, al que el ciclismo no creo que desvelara, pero que de la naturaleza humana sabía bastante, nos dejó esa hermosa cita clásica que dice que Somos esclavos de la ley para poder ser libres.

    Lo bueno de dotarse de leyes, reglamentos y normas es que le dan a todo un aire de formalidad, de respeto y de cosa bien hecha. Lo malo es que si no las cumples, o las cumples a tu aire o al interés de tus patrocinadores, o al servicio del espectáculo, dejan todo cubierto con un barniz de duda, de sospecha y de chapuza que es muy muy difícil de borrar.

    A los que rigen, a su manera y con sus leyes, el ciclismo actual habría que ponerlos una temporada a leer a Cicerón. O al menos, a cumplir sus propias normas…

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