Siempre ocurre igual: poco se puede añadir después de tres semanas. Sólo queda elogiar el escenario y buscar algún adjetivo no usado para regalar al campeón. Los estados de plenitud no son muy creativos, y digo plenitud, sí, porque todos los que seguimos la carrera sin faltar una tarde hemos cumplido la travesía, aunque lo hayamos hecho a distancia. Algún año deberían invitarnos al fin de fiesta, aquí o en Barranquilla.

Poco se puede aportar, salvo recordar que el tamaño de las victorias viene marcado por la talla de los adversarios, y Nairo se enfrentó al mejor ciclista del mundo, Chris Froome, tres segundos puestos en la Vuelta a España. No hay amores como los no correspondidos.

No es tiempo para anticipar lo que vendrá. Es momento para decir que a Madrid le quedan bien los colombianos y confío en que a ellos también Madrid les siente razonablemente bien. Esa imagen de Nairo aclamado en la Plaza de Cibeles, con el sol en retirada, y las bandera de Colombia dando color al paisaje es el colofón ideal para una historia que es perfecta porque continuará. Hasta entonces.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *