Narciso, gran jugador.
Narciso, gran jugador.

 

Son matemáticas, o lo más parecido que se me ocurre. Cualquier entrenador que incluya a tres delanteros de vocación y talento absolutamente ofensivos, compromete su esquema. El único modo de equilibrar un planteamiento semejante es con tres centrocampistas puros y competentes, tres tipos adiestrados en el corte y en la confección. La otra opción es convencer a los famosos delanteros para que se impliquen en tareas defensivas, cosa que sólo harán en partidos especiales, contra rivales de tronío o después de rachas penosas. Nada estimula tanto a un futbolista como la venganza.

Como sus señorías saben poco de historia, el Athletic no proporcionó la inspiración suficiente. El resultado es que los delanteros no bajaron, más preocupados en sus números que en leer el partido, ya saben que los jóvenes cada vez leen menos, o nada. En el mediocampo, entretanto, Kroos era el único experto en el puesto, más por origen que por crianza; es de conocimiento público que el alemán comenzó como mediapunta. A su lado se encontraban futbolistas que se han reciclado peor, como Kovacic e Isco. No tengo duda de que le pusieron la mejor voluntad y, en bastantes ocasiones, notable acierto. Sin embargo, ninguno tiene interiorizadas las exigencias del puesto, la ocupación del campo o el sentido del ritmo.

Al Athletic le bastó la acumulación de efectivos para obtener la primera ventaja. El Madrid llegaba a la portería de Iraizoz porque su calidad es desbordante, pero su rival respondía sin encontrar obstáculos por el camino, sumando futbolistas en segunda línea.

En esas condiciones, el gol de Benzema no significó apenas nada. Sabin Merino empató al rato en una de esas jugadas en las que los futbolistas del Athletic aparecían en tromba. Lo siguiente fue una igualdad insospechada a la que colaboraron Williams y Cristiano con su desacierto recalcitrante. El portugués añadió además su proverbial egoísmo, Narciso se quería menos.

Nada cambió hasta que Morata entró en el campo. Podrá gustar más o menos, pero ese chico es aire fresco. Su entusiasmo resulta conmovedor porque se sobrepone a cualquier dificultad. Y su talento tampoco es desdeñable. Su gol en el minuto 82 rescató al Madrid de un problema de consideración. Lo preocupante (triste, inquietante) es que no le servirá para ganar posiciones en la parrilla de salida.

Un comentario en «El Madrid, contra el espejo y contra las matemáticas»
  1. Magnífica crónica de periodismo literario, como siempre. Lo bordarías si además añadieses, perdona que te mencione a la bicha, puntuaciones a los jugadores del 1 al 10. No es por molestarte, simplemente es que no puedo ver todos los partidos del Real Madrid y desde que os apartaron de esos menesteres a ti y a Segurola, ningún periodista me ha dado razones para fiarme de él en sus valoraciones. Gracias de antemano. 😉

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