Pasen, vean y opinen.
Pasen, vean y opinen. Si pueden

 

Se pongan como se pongan, no hay partido, sólo polémica. Lo lamentarán especialmente Cristiano, Morata, Keylor y el Alavés de la primera mitad. A partir de este momento, prescindiremos de lo ocurrido y congelaremos el encuentro en el minuto 15, cuando Deyverson despejó con el brazo o con la cabeza un lanzamiento directo de Bale. El árbitro vio penalti y las cámaras de televisión, a la espera de la película de Zapruder, no han podido aclararlo. Hay quien observa perfectamente el impacto en el antebrazo y hay quien distingue sin género de dudas el golpeo en el parietal. No faltan quienes analizan la violencia del rechace (rechazo según la romántica Fundéu) para concluir científicamente que fue mano o cabeza, penalti o robo.

Según pasen los días, y hasta que el próximo partido nos aplaque los ánimos, seguiremos escrutando la imagen, en busca del monstruo del Lago Ness y del segundo tirador en Dallas. No nos pondremos de acuerdo y hasta es probable que se abra otra vía de discusión, la que planteó el alavesista Alexis, nada más finalizar el encuentro, en los micrófonos de BeIn Sport: “Da igual. Lo que está claro es que en el área del Madrid no se hubiera pitado nada”.

No entraremos en esa polémica (entren ustedes), pero lo cierto es que el árbitro Sánchez Martínez no encaja con lo que imaginamos que debe ser un juez templado. Su expresión corporal es de una altivez irritante, quizá porque le falte el poso (o el encurvamiento) que proporcionan los años (sólo tiene 33).

O hagámoslo más simple: hay árbitros que transmiten crispación. Sánchez Martínez dirigió en Segunda División dos de los partidos más tumultuosamente escandalosos de los últimos tiempos: Las Palmas-Córdoba (aquella infausta invasión de campo) y Girona-Lugo (gol anulado a los locales en el 93’y ascenso frustrado). No crean en las casualidades, piensen mejor en los efectos de la radiación y en la diabólica alineación de los astros (jugar en casa y que te pite Sánchez Martínez).

El árbitro, por cierto, no sólo pitó penaltis contra el Alavés en los minutos 15 y 77, además expulsó a Pellegrino y a su ayudante, lo que terminó de enfurecer a la grada, para la que ya no existió nada más. Insisto: no pondré la lupa sobre las jugadas en discusión porque Alexis me trasladaría el debate a otro plano; me limito a destacar la irritabilidad que causa Sánchez Martínez en los entornos naturales que frecuenta y su ausencia de mano izquierda.

El monstruo del Lago Ness o el brazo de Deyverson.
El monstruo del Lago Ness o el brazo de Deyverson.

Lo que permanecerá velado por la polémica es, en primer lugar, la determinante actuación de Keylor Navas, que evitó el empate (y el cambio de viento) en un tiro a quemarropa de Camarasa. Lo que quedará injustamente opacado es la rebelión de Morata contra su destino de suplente: otro gol saliendo desde el banquillo. O el magnífico desempeño del joven Theo (19) durante la primera mitad, clave en el juego ofensivo del Alavés. Los tres goles de Cristiano también merecen un destacado, porque sólo él tiene la capacidad de zanjar con un hat-trick (y pudieron ser cuatro) sus partidos más discretos.

Anécdotas todas en comparación con la imagen congelado que se repite en los informativos y en las imaginaciones: brazo, cabeza o monstruo del Lago Ness, quizá el segundo tirador en Dallas.

3 comentarios en «Deportivo Alavés-Real Madrid: el partido capturado»
  1. Solo los madridistas, invictos desde marzo y líderes de la Liga somos capaces de poner en duda a nuestro equipo. Somos tela de raritos.

  2. Sin querer entrar en valorar la actuación de ayer del árbitro me gustaría decir que, por muy tumultuosamente escandalosas que fuesen sus actuaciones en los citados encuentros de segunda, en ninguna hubo fallos clamorosos del árbitro. El gol anulado al Girona está bien anulado y lo de Las Palmas fue culpa de una invasión de campo que nada tiene que ver con el trencilla.
    Quizás entiendo yo mal el sentido de esta crónica pero creo que se pone en tela de juicio unas actuaciones muy complicadas que solventa perfectamente el colegiado.

    Pd: creo que es la 1 vez en mi vida que defiendo a los árbitros. Espero que sea la última que como bien dice Juanma, es mucho más cómodo atizarles después de ver 5 repeticiones.

  3. Corre el madridismo atraído por el abismo, como el ratón que ve paralizado a la serpiente acercarse. Felices como perdices, no en vano así se han ganado dos Champions en tres años, con la alegre inconsciencia del que hace malabarismos con granadas de mano. Ignorando que no todos los días es fiesta, que no siempre te toca el lado amable del cuadro y que no es normal que venga el árbitro a rescatarte de un mal partido.

    La atracción del abismo, o como puede irse de victoria en victoria hasta la derrota final. La felicidad del que no quiere ver o la inconsciencia de la memoria selectiva…

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