El Sporting, en un momento del partido de ayer.
El Sporting, en un momento del partido.

 

En estos días de condolencias habría que dejar alguna para Duje Cop, que mandó al limbo un penalti en el Bernabéu. Hubiera significado el empate del Sporting y no es aventurado pensar que con esa misma igualada se habría llegado al final del partido, el Madrid ya andaba fatigado y la lluvia era una cortina demasiada espesa. Para mayor escarnio quedará que Duje Cop se tomó las pulsaciones antes del lanzamiento, como si tal cosa sirviera para algo. De tenerlas disparadas, dudo que el árbitro le hubiera aceptado un receso o una tila. De tener la tensión baja tampoco creo que hubiera estado en condiciones de encargar un café solo con tres de azúcar y dos onzas de chocolate al 70%. El caso es que el balón salió de allí volando como una paloma perseguida por un niño o por un cardiólogo.

El terrible momento.
El terrible momento.

Imagino a Duje Cop abatido en el vestuario y supongo a sus compañeros en procesión de funeral: estas cosas pasan, los falla quien los tira, no había quien la pegara con tanta lluvia. Un consuelo protocolario que alguno completará con una carantoña o una palmetada, pero sin recrearse, porque no sería la primera vez que, en circunstancias similares, el cachete deriva en puñetazo, serás cabrón, y el puñetazo en pelea tumultuaria, y es que nadie se mide las pulsaciones cuando debería.

Todos somos, en el mejor de los casos, Duje Cop. Lo sabríamos si hubiéramos sido capaces de saltar todas las vallas hasta llegar al penalti del Bernabéu, el mundo entero mirando, y nosotros calados hasta los huesos, tratando de buscar un asidero racional y, al no encontrarlo, palpándonos la yugular, no para medir las pulsaciones, sino para comprobar que todavía estamos vivos.

2 comentarios en «Fallar a pulso»
  1. Ha sido curioso lo de las pulsaciones… ¿para qué se las habrá medido? ¿hubiera variado algo si las hubiera encontrado altas o bajas?… a ver si se lo pregunta algún periodista…

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