Relatos de deporte, cine, política y de lo que sea menester

Mes: enero 2017 Página 1 de 2

Nada por allí, todo por acá

No se asusten, es la Liga. Y Tamariz, naturalmente.

No se asusten, es la Liga. Y Tamariz, naturalmente.

 

Ya no hay crisis. Tamariz lo anunciaría con un tatachán, pero aquí seremos más sobrios (es domingo). El Madrid es líder con cuatro puntos de ventaja que serán siete si gana al Valencia en partido aplazado (22-F). Cualquiera de los semifinalistas de Copa cambiaría su posición por dominar la Liga y todavía invitaría a cenar. Hasta la Real Sociedad, revelación del campeonato, aceptaría lecciones sobre cómo ganar los partidos que maneja el contrario.

Figuras Ocultas, voluntariamente

Tres cerebros especiales. Y espaciales.

Tres cerebros espaciales. Y espaciales.

 

El objetivo de cualquier película debe ser entretener, supongo que en esto estaremos de acuerdo. A partir de aquí, podríamos graduar el entretenimiento y clasificarlo, pero siempre desde la intención básica de captar la atención. Bajo este punto de vista, lo mejor que se puede decir de Figuras Ocultas, y soy consciente de que con esto no me contratarán en Cahiers du Cinema, es que es una película entretenida. Si entramos en detalles diremos que se deja ver sin que el espectador oponga resistencia, pero sin que le importe contestar el Whatsapp, caso de que sea mínimamente necesario. No hay secuestro, por tanto. Ni creo que exista tal pretensión. Figuras ocultas es una película pequeña de aspiraciones que imagino pequeñas y con ellas conviene comprar la entrada.

Desnudos en Balaídos

Una pintada en una pared de Vigo. Así jugó el Celta.

Una pintada en una pared de Vigo. Así jugó el Celta.

 

El análisis estará equivocado si decimos que el Real Madrid se quedó a un gol de las semifinales. Le faltó mucho más que eso. En primer lugar, le faltó el fútbol necesario para generar el número oportuno de ocasiones de gol. Al mismo tiempo, careció del fuego y del carácter que exigía la remontada y la pasión del Celta. Por último, y metido en los últimos minutos, no tuvo siquiera el coraje de convertir el fracaso en algo heroico. No hubo agonía suficiente, ni camisetas desgarradas. El Madrid salió de Balaídos con el mismo peinado y la misma cautela con la que entró, como si tuviera todo el tiempo del mundo, como si la vuelta fuera la ida y remangarse estuviera mal visto.

España es idiota

 

Juzguen ustedes, pero yo no creo que el periodista Antonio Burgos haya bromeado sobre la muerte de Bimba Bosé, fallecida hoy a los 41 años víctima de un cáncer de mama. Según yo lo veo, su muerte le ha sido absolutamente indiferente. Lo único que le conecta con su desaparición es la posibilidad de burlarse de Miguel Bosé, que además de tío de la fallecida, es un cantante al que la derecha de firmes principios asocia con el faranduleo de izquierdas, esa ralea de libertinos que aprovecha los premios Goya para ridiculizar al Gobierno y al ministro que toque. Rojos, laicos y, probablemente, maricones. Y luego se quejan del 21% de IVA.

Calle Melancolía

El Real Madrid, en busca de Emma Stone.

El Real Madrid, en busca de Emma Stone.

 

De una crisis inventada puede surgir una depresión cierta. Entiéndase como depresión un estado de afligimiento y desgana. De repente, la suerte te deja como te dejan las novias que se hacen estrellas de cine. Entonces, y como sucede con todos los abandonos, lo que se impone es rebozarse en la melancolía del pijama a todas horas y de lo felices que fuimos. Para recuperar el ánimo ayuda mucho tener un club de jazz, pero también se puede remontar sin piano.

En ese trance anda el Real Madrid. Añorando la racha y la invencibilidad. Suspirando por el tiempo de los récords, por lo fácil que parecía. A ratos se acuerda de jugar y a ratos se hurga en la costra. Justo a la nostalgia hay un deseo de revancha que precipita los movimientos y vuelve a deprimir, vean Cristiano. Algunos son inmunes, los menos. Sergio Ramos le escupió el primer gol a todos los que dudan, critican o sonríen de medio lado. Había mucha verdad en la cantinela infantil: por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero. En el segundo, más comedido, Sergio nos guió por el mapa que lleva impreso en la piel policroma y en la camiseta climalite.

No es el Apocalipsis; son baches

Zidane o Gary Cooper.

Zidane o Gary Cooper.

 

Imagino a muchos madridistas ateridos de frío y no hay más razones que las meteorológicas. El Real Madrid sigue siendo el mismo equipo de hace una semana, el mismo que mereció puntuar en Sevilla (probablemente ganar) y el mismo que mantiene intacta su candidatura para los grandes torneos en disputa, Liga y Champions. El mismo de la cuarentena sin derrotas. Comprendo que este juego despierta emociones extremas, y entiendo que lo contrario de la alegría ha de ser la pena y la frustración. Sin embargo, no veo razones para profundizar en el chasco. Es más, recomendaría no hacerlo.

En mi opinión, lo peor de perder en Sevilla fueron las críticas a Keylor y el inmediato suspiro por De Gea; el reproche a Benzema por la pérdida de un balón como tantos después de un partido formidable, el avieso cuestionamiento de Zidane. El ventajismo, en definitiva. Ese impulso autodestructivo es una amenaza más seria que los rivales que surgirán por el camino.

El Sevilla vuela alto

Zeppeling sobre La Giralda. Pilota Sampaoli.

Zeppeling sobre La Giralda. Pilota Sampaoli.

 

Creo firmemente en la compensación celestial, también en el fútbol: la suerte y la desgracia terminan por equilibrarse. Lo infrecuente es que las cuentas se salden en el mínimo espacio de tres días. Habitualmente se necesitan años, generaciones o, incluso, reencarnaciones. No me cabe duda de que lo vivido en los últimos minutos del Sevilla-Real Madrid es causa de lo que podríamos denominar un expediente express. Quien quiera que decida estas cosas aceleró un proceso que requiere una cocción una más lenta. De ahí el huracán que se llevó por delante el sentido común, la lógica establecida y al Real Madrid.

Así es. Niego la posibilidad de un trance deportivo capaz de impulsar al Sevilla hasta hacerse con la victoria. El empujón vino de arriba: llámenlo Manitú, ciclogénesis explosiva o energía fotovoltaica. De tal manera que, incapaz de explicar lo sobrenatural, me ceñiré a lo razonable, lo que abarca desde el inicio hasta el penalti a Carvajal. Allá vamos.

‘La La Land’: Cuando la vida puede ser maravillosa

La La Land. Tómese cada seis horas.

La La Land. Tómese cada seis horas.

 

Te haré llorar. Lee las noticias. La historia de los padres que comerciaron con su hija y un cáncer inventado. Los refugiados que se congelan en la Europa rica. Los que se ahogan en el Mediterráneo. Los autobuses de Alepo. Si consiguiera fijarte durante dos horas ante esas imágenes y en nuestra inacción, llorarías o no te faltarían ganas. Ahora intentaré que seas feliz. Y no digo reír, digo ser feliz. Para conseguir que el mundo te parezca un lugar maravilloso no me alcanza un chiste, ni el vídeo de un gato bailando claqué. Para hacer llorar o para hacer reír no hace falta más que un Informe Semanal y una cáscara de plátano. Para hacerte feliz, aunque sea un rato, necesitaría inventar algo formidable. Y no hablo de entretener, sino de provocar eso que podríamos denominar la sonrisa inconsciente, el primer síntoma de la felicidad. No, el objetivo ya no es tan fácil. Me tropezaré con tus prejuicios y con tu rechazo inicial, con el ancla que te agarra a la realidad. Para convencerte de que se puede volar sin alas y sin avión necesitaría ser muy persuasivo. Tanto como ‘La La Land’.

Continuará

Bienvenidos al Ramón Sánchez Pizjuán.

Bienvenidos al Ramón Sánchez Pizjuán.

 

Mi pésame a los cronistas de lo instantáneo (yo mismo lo fui y todavía juego) porque el gol de Benzema en el minuto 92 no sólo desbarató los párrafos ya escritos, sino que obligó a escribir algunos nuevos y en distinto tono. Del elogio del susto (y del Sevilla) hubo que pasar corriendo al elogio de la flor; nadie puede con el Madrid porque nada puede con Zidane.

El Granada puso el jarrón

El Madrid tenía flores y el Granada puso el jarrón.

El Madrid tenía flores y el Granada puso el jarrón.

 

Sol en el Bernabéu, sábado en el mundo y sensación general de día de fiesta. Así es completamente imposible vencer al Real Madrid, o llevarle la contraria. Para soñar con algo semejante (y digo soñar) se necesita una noche tormentosa o neblinosa, profundamente desapacible, que sirva como camuflaje para el asaltante. A continuación, conviene parecer débil sin serlo demasiado, con el objetivo de alcanzar los últimos minutos a la mínima distancia de un gol para el que no tenga respuesta Sergio Ramos o su espíritu. Disimular flojera, en definitiva. Asumo que el plan es incierto y gaseoso, pero cualquier otro está condenado al fracaso.

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