Lion. Miren tras el cartel.
Lion. Miren tras el cartel.

 

En principio y desde lejos, no es Lion la película más apetecible de las que competirán por los Oscar. No lo es por un motivo irracional. Porque su cartel no es demasiado atractivo o porque ha sido engullida por la fama y el marketing de sus competidoras. Gran error y gran lección, de nuevo. Sin fama, sin marketing y sin cartel para enmarcar, Lion es sencillamente extraordinaria.

No caeré en el error de decirles que llorarán, porque sé que entonces se resistirían al llanto con todas sus fuerzas. Los espectadores reaccionamos con prevención y cierta hostilidad ante quien pretende programar nuestros sentimientos. Haremos una cosa. Me limitaré a recomendarles que acudan al cine con varios paquetes kleenex porque la alergia viene fuerte y los ácaros campan a sus anchas.

Les aclaro, por si hay dudas, que no soy amigo de las películas que tienen como primer objetivo el llanto del público. No me gustan ni las trampas para osos ni para sentimentales. Tampoco me agrada moquear en compañía de otros y además mi sollozo es del tipo convulsivo-jipiador. Pero este no el caso. Lion es conmovedora sin preocupase por serlo y sin adornar el relato o dramatizarlo en exceso. Así puede ser la vida cuando tira y cuando afloja.

Lev Patel, al que disfrutamos en Slumdog Millionaire y The Newsroom,  completa aquí el doble salto mortal con tirabuzón: ser contenido en el drama, resultar creíble y gritar sin abrir la boca. Se necesita mucho autocontrol (y talento) para no desmadrarse en historias tan desgarradas. Nicole Kidman, grata novedad, se despoja de toda sensualidad sobreactuada y se limita a interpretar, estupendamente por cierto. Dicho lo cual, su nominación a mejor actriz de reparto está cerca de ser un desvarío; los Oscar deberían reconocer la actuaciones sobresalientes, no las notables. A la nominación de Lev Patel no hay pegas que ponerle, sólo lamentar que no haya habido un recuerdo nominativo para el niño que da vida a su personaje en la parte inicial de la película, clave de lo que vendrá.

Acudan a verla. El llanto es una transpiración emocional que elimina toxinas, disminuye la presión arterial y reduce el estrés. En caso de catarata incontenible no olviden reponer líquidos finalizada la proyección. Si eligen cerveza o bebidas on the rocks, brinden por Australia.

Un comentario en «Lion: el mundo es un pañuelo»

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