Sophia Loren y su amiga Mercedes.
Sophia Loren y su amiga Mercedes.

 

Salir con una mujer guapa o altamente atractiva exige ciertas aceptaciones y quien no esté dispuesto a asumirlas debería rebajar sus aspiraciones estéticas o conformarse con el calendario Pirelli. Tengo por seguro que con los hombres guapos o altamente atractivos ocurre lo mismo, pero en este caso hablo de oídas. Si arranco de modo tan machista y superficial (todos sabemos que la belleza reside en el interior y que debemos ser calificados por nuestros valores y no por nuestro género) es para establecer una analogía, que ya estoy intuyendo fallida, entre una relación personal y una vinculación deportiva.

Me dejaré de preámbulos. Quienes son del Real Madrid no pueden quejarse de que el equipo tome las curvas demasiado rápido. Hay quienes desearían travesías más tranquilas y para ellos están pensados los barcos de Costa Cruceros. Pero pretender que un equipo diseñado como un bólido se comporte como un coche familiar es una contradicción insalvable. El Real Madrid nunca probaría el acelerador si no fuera por situaciones como la vivida en Villarreal: 2-0 y baño con espuma. Es entonces, y sólo entonces, cuando el equipo puede exprimir la potencia del motor, la ligereza de la estructura y la aerodinámica de los alerones.

Lo que pretendo señalar es que no caben reproches. Si el Madrid tuviera un carácter más tranquilo vestiría de gris. De la misma manera, a quien moleste el garbo de las guapas y la proliferación a su alrededor de aves falconiformes, debe optar de inmediato por la reconfortante belleza interior. Otra cuestión es si deberían jugar de inicio Isco y Morata, pero ese es un debate absolutamente menor.

Un comentario en «Cars and girls»

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