Sergio Ramos, poco antes de marcar. O por después.
Sergio Ramos, poco antes de marcar. O poco después.

 

Está de moda justificarlo todo con la actuación arbitral, de manera que si queremos parecer a la última tendremos que comenzar por la roja que debió ver Keylor Navas y continuar con las especulaciones que más interesen. Si la idea es condenar al Madrid, afirmaremos que no hubiera podido ganar contra once porque casi no pudo ganar contra diez. Si defendemos la idea contraria, diremos, con bastante cinismo, que el Madrid no fue beneficiado en la acción de Keylor, sino seriamente perjudicado, pues a continuación el portero costarricense se metió el balón dentro de la portería, cosa que jamás hubiera hecho Kiko Casilla, guardameta de guantes más adherentes. Sin ese gol, el Betis se habría visto obligado a abrirse más y hubiera caído antes. A partir de aquí, podemos remontarnos en la discusión al partido del pasado miércoles y a José Emilio Guruceta Muro.

La otra opción es ignorar al árbitro, lo que no significa tenerlo por un ser inocuo. Los árbitros influyen en el juego y así debe ser porque el fútbol no se juega en una probeta, sino sometido a fenómenos naturales entre los que se cuenta un señor que ha de impartir justicia condicionado, tal y como lo estamos todos, por sus gustos, sus filias y fobias, su hipoteca, la última discusión con su pareja y el dolor accidental de un huevo.

En el caso de Mateu se añade, además, una circunstancia especial: se ha ganado fama de árbitro permisivo, y como eso le genera más elogios que críticas, se siente en la permanente obligación de pitar poco, con la secreta aspiración (quizá humeda) de terminar un partido sin pitar absolutamente nada.

Árbitro al margen, el partido nos presentó a un Betis desacomplejado y a un Real Madrid con problemas a la hora de atacar a defensas bien colocadas. Sin espacios evidentes, el equipo es incapaz de inventarlos, penalizado por la lentitud de movimientos y por una línea de ataque que espera el último pase y se desentiende del penúltimo. Tuvo que salir Benzema para dar una lección de lo que debe ser la ocupación de los espacios y el auxilio al mediocampo.

Sobre Sergio Ramos ya está casi todo dicho. La novedad es que pretende ampliar sus dominios, tal y como demuestra su gol en el minuto 81, extraordinariamente pronto. Es curioso su caso. Casi estrambótico. Era más influyente como lateral que como central y lo hubiera sido mucho más como centrocampista. Con eso y con todo, resulta imprescindible.

Un comentario en «Apuntes con y sin árbitro»

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