Hay una escena de La Princesa Prometida en la que Iñigo Montoya y el joven Westley se baten en tan singular combate que casi sale fuego de sus espadas. Es entonces cuando Montoya le descubre a su oponente que no es zurdo, sino diestro (o tal vez sea al revés, poco importa), al tiempo que se cambia el sable de mano y prosigue el duelo con esa alegría tan poco criminal de los espadachines de los cuentos. Me ahorraré contar cómo continúa la batalla para no estropearme el argumento, pero si tienen curiosidad les invito a revisar el clásico.
Algo así sucedió en San Mamés. Para explicarlo me centraré en el primer gol: pase en profundidad de Casemiro, asistencia de Cristiano y gol de Benzema. Observen la concentración de hechos que tenemos por poco frecuentes. En primer lugar, el formidable pase de Casemiro. Sólo esa sorpresa equivaldría a cambiarse la espada de mano. Tendemos a pensar que los bomberos no pueden escribir poesía y no hay razones antropomórficas que lo impidan siempre y cuando se quiten los guantes. La generosidad de Cristiano también es un asunto que deberíamos revisar; la madurez obra milagrosas transformaciones. Los problemas goleadores de Benzema son otra leyenda urbana, pero la daremos por buena para afirmar que el Athletic fue vencido por lo que costaba prever de modo aislado y resultaba completamente imprevisible en conjunto.
Por si no he convencido a nadie (es altamente posible), recurriré al segundo gol. En esta ocasión, la retaguardia del Athletic defiende un córner dedicando todos sus recursos a la vigilancia de Cristiano, Bale y Sergio Ramos, cabeceadores de referencia. El resultado es que todos, defensores y defendidos, coinciden en el primer palo y Casemiro se ve solo en el segundo con el balón en los pies. De nuevo nos encontramos ante un zurdo que en realidad es diestro o tal vez sea al revés, poco importa.
Hablamos de la capacidad de pegada que tiene el Real Madrid pero sería más correcto incidir en las mil formas que tiene de matar. Nada o poco pudo hacer el Athletic, si acaso concentrar el juego en la banda de Iñaki Williams, que superó repetidamente a Marcelo. Por ahí tuvo una opción hasta que el Madrid se cambió la espada de mano.
Genial Juanma, encima nombras al mitico Iñigo Montoya, que grande eres!!!
Usando otra gran escena de la película,yo veo a Benzema (qué gran Íñigo Montoya sería) señalando a Casemiro mientras dice:»Él es la brigada brutal».
Esto es el Madrid: esgrima, combates, torturas, venganzas, gigantes, milagros, persecuciones, fugas…..amor verdadero….