Qué sensación. Nos tienen miedo. No ha hecho más que empezar y ellos se repliegan y esperan. Corren detrás del balón que tenemos nosotros. Corren rápido, también es cierto. Pero es que si fueran lentos serían Luxemburgo, dicho con todo el afecto. Seguimos tocando. Bajitos crecidos. Atentos al espacio que se abre en una banda cada vez que la defensa francesa se concentra en la opuesta. Koke se encarga de los envíos. Koke, de blanco, con perdón. Pedro anda entusiasmado, eso se ve pronto; cada uno pide disculpas a su manera. Carvajal explora por la derecha, pero en cuanto se despista le exploran a él. Ese Kurzawa es un galgo, uno más en el canódromo.

Qué sensación. París siente complejo o todavía le asusta el Barça. París, amigos, la ciudad con borlas en los tejados. París no es la capital de Francia, es la alcoba de Europa. Bien, pues esa ciudad asume su inferioridad. Seguimos tocando. A Iniesta le divierte el tráfico. También a Isco. Llegan, miran, vuelven, van. En cada giro, gira Francia. Nos ha venido bien que nos rajaran la espalda un par de veces. Así sucedió al inicio. Mbappé se presentó como un velocista de primer nivel (100, 200 y 110 vallas) y Koscielny como rematador de cabeza dura. Nos vino bien porque no nos volvimos a fiar. Hasta el descanso.

El gol que no fue lo tuvo Iniesta, demasiado sutil. Golpeó con el exterior, delicado, cuando se imponía el empotramiento, avieso trallazo para afeitar al portero, muerto de miedo hasta que recordó que Iniesta no clava puñales, sino agujas de acupuntura.

A la segunda parte salimos dormidos o ellos despiertos. Ya no hay sensaciones placenteras. Sólo angustia, mala mar. El gol se masca y lo marca Griezmann, uruguayo del Atlético. Pero antes de procesar la pena nos rescata el VAR (tantos bares nos han rescatado). El sistema de vídeo-arbitraje avisa al colegiado del fuera de juego (doble) y se anula el gol. Viva la tecnología.

 

Entran Thiago y Silva. Cuando lo hace Deulofeu revoluciona el partido, no hay como tener 23 años y un par de cables pelados. El chico se lanza contra Francia, cae dentro del área y Míster Zwayer pita el penalti que reclama. Vivan los colegiados alemanes. Silva lo transforma enseguida para que a los del vídeo no les dé tiempo a rebobinar.

Al rato marca Deulofeu. La jugada es prodigiosa y la inicia Busquets, el genio de paisano, con una ruleta exquisita. Triangulación deslumbrante y gol anulado por el juez de línea hasta que se pronuncian los supertacañones. Gol, gol y gol. Vares, qué lugares.

Qué sensación. Hemos tomado París y el árbitro nos ha dado la razón. Empezamos en Saint Denis y acabamos en Eurodisney. Lástima que no haya puntos en juego, o eliminatorias, o finales. Lástima que sólo sirva para ser feliz.

Claro fuera de juego. Bendito VAR.
Claro fuera de juego. Bendito VAR.

 

2 comentarios en «#LaDiferenciaPelayo: ¡Que viva la tecnología!»

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