El retraso en la crónica tiene explicación para quien lo haya notado y a quien le pasó inadvertido puede saltar al siguiente párrafo o al de más allá. Si la tradición ha sufrido una ligera alteración horaria es por un doble motivo: considero un buen ejercicio saltarse las obligaciones autoimpuestas (al menos una vez año) y ayer se celebró el 50 cumpleaños de Nacho Fajardo, primo totémico y defensa central paradigmático (libre, pivote, lateral y domador de Mikasas en campo de tierra), con lo que en ningún caso hubo traición al fútbol sino profundo homenaje al balompié.
Que una fiesta sorpresa coincida con un partido del Real Madrid, es un capricho del destino al que no podemos oponernos. Si uno aparece en semejante evento con un ordenador portátil deja de practicar el entrañable amateurismo para adentrarse en los terrenos de la gilipollez endémica. Así que ha sido esta misma mañana, en compañía de un ibuprofeno y un Cola-Cao (mezclado, no agitado), cuando he procedido al visionado de un partido que más parecía un paquete de vacaciones con destino en Granada. A excepción de visitar La Alhambra, el Real Madrid hizo lo que gusta cualquier visitante y recomendaba Washington Irving: pasear por la ciudad gozando de los aromas nocturnos (jazmín, flamenquín…) y disfrutando de la hospitalidad de los lugareños, que no dan muestras de su legendaria malafollá, bien porque la han erradicado o bien porque la tienen concentrada en Tony Adams y orquesta.
No fue un partido insisto, sino una sesión de baño y masaje, la piñata que se guarda para que los niños más pequeños puedan adquirir una parte del tesoro y hacerse con unas gafas con nariz postiza o una carraca. Y no entiendan con esto que el Granada se entregó dócilmente a su rival. Fue mucho más cruel que eso. Lo futbolistas locales se pegaron una panzada a correr, pero a correr mal, sabiamente desquiciados por Tony Adams, que está viviendo la primavera más feliz de su vida a costa de arruinársela a una ciudad entera.
La victoria del Real Madrid no tuvo historia, pero sí consecuencias. James y Morata cotizan al alza y el club tendrá que decidir si corresponde a su esfuerzo con un abrazo (renovación, aumento) o con un traspaso. Qué inestable es el tiempo por las alturas.
Muy muy muy bueno señor Truena. Enhorabuena