Lo pienso sin decirlo muy alto, pero lo pienso: la lista de la Sub-21 resulta más atractiva que la convocatoria de la Absoluta. Leo a quien asegura que hay más talento entre los jóvenes que en la Selección A. Yo no llego a tanto. A mi modo de ver, la cuestión no tiene relación con el talento, sino con la ilusión. Los chicos no están gastados, lo que significa que no arrastran decepciones, tampoco títulos, es cierto, pero ni una sola decepción. Y además, o partir de ahí, componen un grupo con encanto que tiene futuro y presente.

Si te gusta jugar, la pregunta es inevitable: ¿tendría opciones la Sub-21 en el Mundial del próximo año? O haciendo más corta la proyección: ¿podría clasificarnos para ese campeonato como primera de grupo? Yo creo que sí, y lo digo con toda la certeza que nos permite lo indemostrable. Pero la idea no es excluyente. Con lo que estoy fantaseando es con un equipo Sub-21 salpimentado con veteranos irrenunciables. No al revés. Pongo por caso: De Gea; Carvajal (Odriozola), Ramos (Yeray), Piqué (Meré), Gayá (Alba); Busquets (Soler), Marcos Llorente (Saúl); Williams (Silva), Isco (Iniesta), Asensio (Vitolo); Morata (Aspas). Escribo a vuela pluma y podríamos discutir sobre las titularidades y las alternativas, pero sospecho que no discutiríamos sobre mucho más.

Marco Asensio, el jugador de moda.

Estoy convencido de que si la Sub-21 se proclama campeona de Europa en verano, asunto nada improbable, Lopetegui dará a entrada a más jóvenes en el equipo. Lo que temo es que no sean suficientes. Mi miedo es que nos vuelva a vencer la cautela, esa pereza revolucionaria que disfrazamos de respeto a los veteranos y que nos lleva a poner riendas a los chicos que piden paso. Todavía es pronto, decimos. Aún deben madurar, aprender, foguearse. Con esos razonamientos se retrasa la irrupción de los que vienen por detrás en todos los ámbitos de la vida. Es verdad que los jóvenes disponen de tiempo por delante, pero hay equipos (empresas) que no lo tienen.

Los defensores de las transiciones tranquilas nos hablarán de los riesgos, de la presión y, quizá, de los galones. Pero cuáles son los riesgos, ¿los octavos de final de la pasada Eurocopa? No pretendo ser ácido, sólo cuido de mis esperanzas. ¿Y qué presión puede amenazar a Saúl o Soler que no hayan sentido ya en sus clubes? ¿Queremos que su primer Mundial sea Qatar 2022?

La situación es la que sigue: España tiene un prometedor grupo de jugadores para dominar el fútbol de mañana y la Copa del Mundo es el verano próximo. Hagan cálculos. Y acierten, por favor, porque pienso ilusionarme mucho.

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