En opinión de la autora, James está así de enfadado.

Por Lila Castro

Un buen día de abril, James Rodríguez de levantó, se dirigió al baño, se afeitó, se miró al espejo y preguntó: ¿Me estás mirando?, ¿Me estás hablando a mí? Y no encontró respuesta. Entonces, insistió con vehemencia: ¿A quién demonios le estás hablando? Miró para todos los lados. Y dijo: “Bien, yo soy el único que está aquí ahora mismo. ¿A quién coño piensas que estás hablando?”. Y ante tanta insistencia, el del espejo, finalmente, le respondió: “Sí, es contigo, ¿ya estuvo bueno, eh?”.

James no es el mejor jugador del mundo (podría ser uno de ellos), pero convendrán que es una estrella. Nadie puede negar el alcance de esa zurda prodigiosa, su calidad técnica, su polivalencia, la precisión de sus pases, la visión que tiene del juego, que se ofrece, que se asocia, que llega al área; un mediocampista que acostumbra a hacer igual número de goles que asistencias, lo que no es usual en su rol, y entre esos goles algunos decisivos y de gran factura, cómo no recordar el del empate en el reciente Clásico.

Dicho lo cual, cabe preguntarse, ¿qué entrenador no contaría como titular con un jugador de tales características? ¿Y qué jugador de su categoría no se enfadaría con su entrenador si no le brindara la oportunidad de ser protagonista? ¿Quién es el responsable de la situación, el jugador o el entrenador?

Pues bien, ante la sorprendente campaña de Zidane, los reflectores siempre apuntaron al jugador. Que si está gordo, que si se dejó ir, que hay mejores jugadores que él (Isco, Lucas, Asensio, Kovacic…), que “no juega por culpa suya”. Estas son las opiniones de un gran número de periodistas y tuiteros españoles y franceses (lo que no deja de ser curioso), que, en suma, señalan a James como responsable de su situación.

 

A decir verdad, mucho se ha dicho y poca claridad ha habido sobre las razones por las cuales James pasó de ser titular con Ancelotti, a jugador residual con Benítez, y, de suplente, a suplente de suplentes, con Zidane.  En lo que a mi concierne, anticipo que no caeré en la solución fácil de decir que se trata de un jugador “de mala actitud” o que es “lento”. Vaya temeridad, se le exige ritmo de competición y lucimiento, sin reparar en que, si no tiene ritmo o no luce es porque su progresión se detuvo al no jugar lo necesario y cuando jugó se le ubicó en posiciones que no favorecen su talento. Tampoco apelaré al subjetivismo abyecto que sostiene que “entre el técnico y el jugador no hubo feeling o que la relación siempre fue nula, aunque bien podría hacerlo, ya que me bastaría con detenerme en actitudes como las registradas por las cámaras de Cuatro Deportes o en el hecho de que, en quince meses, el francés no logró sostener la mirada al chocarle la mano en los cambios, ni le abrazó como hace con otros cuando juegan bien.

Pero no, renuncio a lo anterior, y me dispongo a brindar otros elementos de juicio a quien quiera sacar una conclusión más allá de la frontera mediática que se ha querido marcar entre los protagonistas. Con Ancelotti, James era el “10” en el 4-3- 3; jugó por detrás de la BBC, asistía, colaboraba en defensa y marcaba goles. Lo propio hizo cuando, por lesión de Gareth Bale, se llegó a jugar con un 4-4-2. No está de más recordar que los partidos admirados por el juego del Madrid de Carletto son aquellos que jugó con cuatro en el centro y James de interior. A la vista están los 46 partidos (3.619 minutos), 18 asistencias y 17 goles que le llevaron a ser elegido el mejor volante de la Liga.

Llegó Rafa Benítez y con él un cambio en el esquema táctico que pretendía acoger directrices de Florentino no atendidas por Carletto (dicho por él mismo en su libro), entre las que se subraya privilegiar el juego y el potencial goleador de Gareth Bale, quien se sentía rezagado por el técnico italiano, lo que no sólo incomodó en un principio a CR7, sino que implicó una extraña reubicación de James como extremo por la derecha (siendo zurdo) y, otras veces, más retrasado (contra naturam) en la línea de volante de recuperación. Con el cambio, James no estuvo cómodo al no poder hacer lo que mejor hace, ser determinante en la parte ofensiva. Sin embargo, James luchó, asistió y registró en 32 partidos 8 goles 10 asistencias.

Si se quiere hurgar aún más en las “razones” de Benítez, no sólo hay que recordar que después de la lesión dijo que James no estaba listo para jugar, cuando la realidad demostró lo contrario; se ha de mencionar también lo que éste hizo circular en la prensa madrileña luego de su despido. Lo recoge el diario Marca el 05/01/2016:  “…el club me ha pedido que hiciera lo que ellos no se han atrevido a hacer…como castigar a James o a Jesé. Imposible trabajar así”.

La necesidad y las urgencias marcaron la feliz llegada de Zidane al banquillo del Real Madrid el 4 de enero de 2016. Contrario a lo que se podía esperar de uno de los futbolistas más recursivos de todos los tiempos, la realidad es que Zizou demostró que en principio no le interesaba jugar con un 10. El apremio del ingreso intempestivo, con obligación de reaccionar ante una crisis, llevó al técnico debutante a una redefinición de esquema táctico que le distanciara de lo que venía haciendo Benítez y fue así como se casó con un sistema emergente de la derrota en el Santiago Bernabéu ante el Atlético de Madrid (el 27 de febrero de 2016). A partir de esa fecha, Zidane apostó por un 4-3- 3 con Casemiro como stopper o pivote defensivo, rodeado de Toni Kroos y Luka Modric, dos jugadores polivalentes con mayor aporte defensivo, siendo Kroos reconvertido en nuevo interior ofensivo con el objetivo de dirigir la presión desde arriba, para colaborar con el robo del balón y conectar con la BBC.

Zidane y Ancelotti, en los tiempos de Turín.

Dentro de este contexto, aparentemente, el ingreso de Casemiro justificó que James perdiera la titularidad. No obstante, llegaron lesiones de Modric, Casemiro y Bale y, sin que exista explicación de orden técnico ni físico, Zizou prefirió a otros jugadores, a quienes sí ubicó en la posición correcta, y que casualmente encajaron bien dentro del equipo y gustaron a la afición, sin que se pueda decir que estos tuvieran mejores registros que James, quedando éste relegado a la posición de suplente de suplentes, utilizado en otras posiciones por banda que, aunque no le son ajenas, tampoco le destacan como otros futbolistas de nivel mundial en esos sectores del campo. Pese a todo, James finalizó el ejercicio de la segunda temporada con 8 goles y 10 asistencias en tan solo en 32 partidos disputados.

A punto de culminar la tercera temporada el examen es el mismo, James jugó solo 32 partidos y sólo 13 como titular. Mucho se ha repetido que a James lo sacan del Madrid “el sistema y la competencia”, refiriéndose a Isco, Asensio, Lucas Vázquez y Kovacic, todo esto sin reparar y comparar resultados y registros. En lo que respecta al sistema, la realidad ha demostrado que con la lesión de Bale y otros, han sido muchos los partidos en los que se ha jugado en un 4-4- 2, esquema que con Casemiro, suponía más chances para James, pero, inexplicablemente, no contó con ellas, lo que no puede justificarse con que su competencia directa se desempeña mejor, porque James con tan solo 32 partidos tiene 11 goles más 12 asistencias, mientras que Isco con 40 partidos, cuenta con 11 goles y 6 asistencias, Lucas Vázquez con 50 partidos, anotó 4 goles y 10 asistencias, Asensio con 37 partidos, 9 goles y 3 asistencias y Kovacic con 38 partidos 2 goles y 3 asistencias.

¿Cómo hubieran sido los registros de James si, con motivación y confianza, hubiese contado con más oportunidades? O qué hubiese pasado si le hubieran esperado tanto como a Benzema…

Entonces, es inevitable preguntarse, ¿cómo hubieran sido los registros de James si, con motivación y confianza, hubiese contado con más oportunidades? O qué hubiese pasado si a James se le hubiera esperado tanto como a Benzema, que, siendo el 9 del Madrid, lleva los mismos goles de James en su primera temporada y solo tres asistencias.

Dicho lo anterior, forzosamente hay que concluir que hay algo que no se nos ha contado sobre la realidad de la situación. Sus números conducen a pensar que James estuvo condenado a permanecer en el banco, no por su poca efectividad o mala actitud—como dicen equivocadamente algunos—sino porque Zidane —y solo el técnico sabe la razón— no quiso contar con el 10 dentro de su esquema las veces que tuvo oportunidad.

Y si se le ha de responsabilizar al jugador por algo, sin duda, ha de ser por comprender tarde esta situación y permitirse caer en estado de “desesperanza aprendida”, término acuñado por Martin Seligman, para referirse a un estado en que la persona siente que no tiene el control sobre la situación y piensa que cualquier cosa que haga será inútil.

Por lo demás, mucho hay de Carletto a Zidane. Es entendible la flexibilidad y ductilidad del primero en sus conceptos, como también lo es la notable rigidez del segundo, al sostener a ultranza el esquema que le trajo la Undécima (Casemiro mas la BBC). Solo un técnico experimentado, sin sacrificar la gestión de egos, antepone el talento y la creatividad ofensiva a la rigidez de cualquier sistema. Lo hizo Ancelotti con el mismo Zidane durante las dos temporadas de cohabitación en la Juventus. En su libro, el técnico italiano cuenta como con Arrigo Sacchi, primero como jugador y después como ayudante, se casó a muerte con el 4-4- 2. Tanto fue así que, al dirigir al Parma, su segundo equipo como técnico, Ancelotti rechazó a Roberto Baggio porque no encajaba en su dibujo y bien que se lamenta de ello. Luego, al encontrarse en la Juve a Zidane (10 clásico), se dio cuenta de que lo que debía modificar era el sistema. “Él (Zidane) cambió mi filosofía como entrenador”, escribe Carletto.

Desconozco el futuro, pero algo sí puedo decir, y es que, a estas alturas, James se afeita la cabeza, se deja una cresta, coge un revólver y vuelve y mira al espejo, y como De Niro en Taxi Driver se dice: «Escucha imbécil, aquí hay un hombre que tiene con qué y va a cortar por lo sano, un hombre que va a hacer frente a esto, un hombre que acabará con todo eso. Porque sabe que hay vida dentro y fuera, sabe que puede ser actor principal e intuye que, si quiere, le vienen días de película».

Bon voyage (léase en francés), cualquiera que sea.

2 comentarios en ««You talkin’ to me?» James como De Niro en Taxi Driver»
  1. Completamente de acuerdo.Si James hubiese tenido las mismas oportunidades que Benzema hoy sería admirado por el Bernabeu.
    Con lo poco que se le utiliza consigue destacar prácticamente siempre.
    Algo hay por detrás de esta situación que no se nos ha contado.
    Es imposible que un mediapunta como Zidane tenga tan denostado a otro mediapunta símplemente porque no le encaja.Nadie mejor que el francés debería de comprender la situación y buscarle sitio.

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