A este tren nos subiremos todos. Hablo del fútbol femenino, como pueden suponer, y no lo digo para criticar a los que todavía no miran, o lo hacen de reojo, yo mismo era uno de ellos: demasiado ocupado como para prestar atención al rumor que venía de la otra orilla. Ahora estoy convencido del cambio de tendencia, aunque todavía cuelgue de mi cuello el cartel de advenedizo. Es obvio que nuestra evolución como sociedad nos conduce hacia un fútbol sin género, el problema es saber cuánto tardaremos en completar el trayecto. No será mucho, según creo. El fútbol femenino español ya ha comenzado a tirar de nosotros y el empujón será considerable en el próximo Campeonato de Europa. Apuesto a que entonces las cadenas de televisión no se atreverán a despedir la conexión antes de que se complete el tiempo añadido, tal y como ha sucedido en el España-Brasil, resumen, desde este punto de vista, de todo lo conseguido (transmisión en directo) y todo lo que queda por conseguir (alargar el respeto hasta el descuento).

La derrota ante Brasil no altera la hoja de ruta. Al contrario: diría que nos proporciona un interesante disfraz de cordero. No hubiera resultado prudente presentarse en Holanda con un expediente tan brillante y con cartel favorito. Mejor que crean que estamos en fase de maduración. Mejor que no vean el partido. Si lo hacen descubrirán que España fue superior durante tres cuartas parte del choque y que fue su propia superioridad la que le distrajo en los últimos minutos. De haber ganado habríamos bailado más, pero hubiéramos aprendido menos.

Lo relevante es que la Selección sigue en el buen camino. Tanto, que se permitió el lujo de desarbolar durante una hora a Brasil, equipo donde juega la mejor futbolista del mundo, Marta, cinco Balones de Oro consecutivos. En ese largo tramo, lo más brasileño que hubo sobre el césped fue Amanda Sampedro. Desde la posición teórica de Iniesta, la futbolista del Atlético hizo fluir el juego, provocó un penalti y consolidó el absoluto domino de España.

Si andamos escasos de gol es porque hay tardes mejores y peores, y porque nos faltan algunas piezas de artillería que se irán incorporando poco a poco. Nada grave en comparación con las señales positivas: la facilidad de la línea de tres para sacar el balón jugado, la imponente madurez de Irene Paredes (pregunten a Marta) y la fabulosa energía de Mapi León, 21 años y el mundo en sus pies (concretamente, en su zurda).

No hay de qué preocuparse. El primer pedazo de futuro se sirve a partir del 19 de julio, contra Portugal. Esa fecha determinará un giro en el cuello de los aficionados y un freno en el impulso de los realizadores televisivos. Quien quiera viajar sentado debería subirse ya al tren.

Un comentario en «#LaDiferenciaPelayo: Mandó España y ganó Brasil»
  1. Padre, lo confieso. No me interesa el fútbol femenino. Como tampoco me interesa el balonmano masculino o el tenis de mesa con independencia del género de sus practicantes.

    Ya sé que ello me transforma en un machista, un heteropatriarca, un misógino y un espatarrador en el transporte público, pero afortunadamente no tengo Twitter (tampoco me gusta, fíjese usted) para ser cómodamente linchado por la Inquisición de lo políticamente correcto.

    Como penitencia me propongo decir españoles y españolas veinte veces seguidas…

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