Saúl, un adulto entre niños. Foto: UEFA

 

Mientras ustedes bailan, yo me acodaré en la barra negando con la cabeza y murmurando. No es lo mismo jugar que hacer jugadas. España hace jugadas espléndidas, y bastantes acaban en goles no menos magníficos, pero no tiene control sobre el juego. No lo tuvo contra Macedonia, pese de la goleada, y la historia se repitió frente a Portugal, a pesar del triunfo. Vistos los resultados (ya estamos en semifinales), no me atrevo a señalarlo como un problema, aunque podría llegar a serlo. Sin posesión, y con una defensa por cuajar, el equipo se expone demasiado, pregunten a Kepa.

Deben ser los años, los míos. Mientras ustedes bailan, yo me empeño en buscar inconvenientes. Si fuera un jovenzuelo me estaría pidiendo copas a cuenta de la que vamos a ganar la próxima semana. Sin embargo, en mi cabeza todavía habitan los fantasmas del pasado, un trauma infantil que, mezclado con la superstición, me lleva a pensar que no es bueno comenzar tan fuerte y que el fútbol nos castigará porque los resultados están por encima de nuestro de juego.

No me hagan el menor caso y prosigan con el reggaeton. Los buenos equipos crecen a lo largo de los campeonatos y en cuanto España sea capaz de hacerse con el timón lo tendrá todo. Entretanto, vive (y vive bien) de la personalidad de Saúl, que muchas veces parece un adulto entre niños, y del talento de Marco Asensio, que siempre deja su huella en las acciones de más brillo. El resto no lo desprecio. El gol de Iñaki Williams confirma que hay un banquillo por explorar. Tal vez Carlos Soler fuera una opción interesante para ubicarlo en el doble pivote en compañía de Marcos Llorente. Ya lo ven, ha vuelto a ocurrirme. Mientras ustedes piensan en la fiesta, yo me obsesiono con el control.

Para no estropear más la celebración obviaré que Portugal disparó al palo antes de que Saúl nos volviera a iluminar el camino. Tampoco haré reseña del presunto penalti de Vallejo a Guedes, ni del miedo que me atacaba antes de que el gol de Sandro me quitara la razón y los temblores. Su gol frenó en seco a una selección portuguesa que nos empujaba peligrosamente contra las cuerdas. A partir de entonces, nuestros entrañables vecinos entendieron que la vida no es justa, cuestión sobre la que no conviene meditar mucho antes de los 21 años, ya habrá tiempo.

No añado más. España está en semifinales (no queden el próximo martes) y ustedes bailan. Raro, debo decir, pero bailan. Quién sabe, tal vez estén en lo cierto.

 

Un comentario en «#LaDiferenciaPelayo: España baila y se mete en semifinales»
  1. Estamos muy mal acostumbrados, al control de Xavi y el Tiqui.taca, Ahora ya no tenemos esos jugadores tenemos otro tipo de jugador distinto. No nos damos cuenta que ayer ganamos a una selección temible que llevaba sin perder desde el 2011.

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