Cuando las cosas encajan se escucha el clic. No hablo de los muebles de Ikea, como podrán comprender. Aunque también. Si el encaje es múltiple los clics suenan como la Primavera de Vivaldi. Y el mundo, lugar adusto por lo general, sonríe. Nos sucedió con la Selección del tiqui-taca y el encantamiento se prolongó durante dos Eurocopas y un Mundial, un inmenso espacio de tiempo para lo que acostumbra la felicidad, que apenas dura un verano. Al echarse el telón, la lógica más elemental indicaba que debíamos preparamos para una larga época de oscuridad. La letanía fue replicada a coro: no volveremos a disfrutar de una generación igual. Pasarán muchos años antes de que se repita algo así y quizá no se repita nunca. No habrá otro Xavi. Ni otro Iniesta…

Pues bien. Mucho antes de lo esperado, la Selección ha recuperado el hilo del cuento de hadas. No está Xavi, pero nos ha florecido Isco. Y al mismo tiempo asistimos a la gloriosa irrupción de Asensio, cuya aparición ha tenido entre sus efectos positivos el de espolear a Isco, que no está dispuesto a que otro genio más joven se salte el turno. El resultado es que vuelven a coincidir sobre el campo un grupo de futbolistas de exquisitas condiciones técnicas y posiciones intercambiables, el famoso avispero, capaz de rendir castillos de orcos a base de combinaciones interminables.

De repente, todo vuelve a salirnos bien, tanto que ruboriza. Esto es lo que ocurrió en el partido del Bernabéu. Las varias historias que componen una historia feliz se encadenaron prodigiosamente: volvimos al falso nueve y recuperamos la memoria, se exhibió Isco, gozó el estadio, se resarció Morata y volvió Villa. A mi modo de ver, sólo faltó un gol de Piqué, pero no se puede tener todo. Esa división de opiniones cada vez que tocaba el balón es fiel reflejo de las dos Españas que han de robarnos el corazón.

Después de haber convertido a Italia en un equipo inocente, mi sensación es que hemos vuelto a dar el paso que nos sitúa por encima del mundo. Hay que asegurar la pisada, sin duda, pero por fin hemos dado con el equipo que hace encajar con un clic definitivo lo viejo y lo nuevo. No seremos nada sin Asensio, Isco, Carvajal o Saúl. Pero tampoco estamos en condiciones de volar sin Busquets o Iniesta.

Quedan diez meses para el Mundial de Rusia y dan ganas de meterse en el frigorífico hasta entonces para que no se nos estropee nada. Aunque no lo recomiendo: creo que nos perderíamos mucho.

Un comentario en «#LaDiferenciaPelayo: Ha vuelto la primavera»
  1. Juanma, he leído que estás inmerso en la creación de un nuevo periódico digital deportivo, muy en la onda de «A la contra». ¿Puedes dar más información al respecto? Yo me suscribo de cabeza (y porque no dejaréis cartas o participación de los lectores, que si no…).

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