El caos universal se ordena levemente: España está más cerca de ser cabeza de serie en el Mundial de Rusia. No debía ser de otra manera, y creo que esto lo pensamos todos, ustedes y mi plural mayestático. Aunque dependamos de otros, la Selección merece un bombo de primer nivel que honre su trayectoria y que nos allane (toquemos madera) el camino. Sin embargo, esta proyección, aunque elemental, no resulta tan sencilla para futbolistas que están acostumbrados a imaginar el futuro en plazos de tres días. Por esa razón nos llevó 75 minutos marcar un gol y por el mismo motivo nos manejamos con interés, pero sin excesiva pasión. Para completar la primera aproximación al partido se hace necesario que rindamos honores al portero de Israel, Ariel Harush, que jugó en la posición teórica de murallas de Jerusalén y sólo fue superado por un misil tierra-escuadra.

El autor de ese chutazo liberador fue Asier Illarramendi, un tímido patológico que de vez en cuando se golpea el pecho y grita como Tarzán. Su gol, formidable, convalida por un tratamiento de psicoanálisis. Deberían probarlo los profesionales del ramo. Si recibieran a los pacientes con un balón botando, se ahorrarían el diván. De hecho, no se puede descartar que Illarra vuelva de Jerusalén convertido en animador de fiestas y DJ de vestuario.

Culpar a los menos habituales de la hora larga de atasco sería demasiado fácil y no estamos aquí para conducir por autopistas. La experiencia nos dice que los titulares tampoco se hubieran rasgado las camisetas en busca de la victoria. Es una cuestión mental. Los jugadores, como los periodistas, precisan de una cierta urgencia para activar sus sistemas cognitivos, de natural perezosos. La enésima prueba fueron las prisas de la Selección en los últimos minutos. En ese último tramo, aderezado con la correspondiente angustia, se concentró lo mejor de la noche o, al menos, lo más emocionante. Incluyan un tiro del portero local desde la frontal de área de Reina, casi tan veterano como las murallas de Israel.

El próximo partido oficial de la Selección será en el Mundial de Rusia, un verano que todavía cuesta imaginar. Antes, entraremos en el bombo del 1 de diciembre y jugaremos amistosos con equipos tan poco amigables como Brasil (por confirmar) y Alemania. Un panorama para disfrutar sin dejar de afilar la espada.