Rutger Hauer, replicante sin réplica.

Hay algo desesperante en la resistencia del Real Madrid a cerrar los partidos. Últimamente se ha habituado a regalar indultos entre los rivales sentenciados, como si Joan Báez fuera el Gobernador de Texas. Sin embargo, y según se mire, en lo desesperante también hay algo admirable. Me refiero a la calma, no confundir con la desidia o el desinterés. La diferencia entre la pachorra y la serenidad es la sabiduría y no olvidemos que el Real Madrid viene de ganar dos Champions consecutivas, lo que equivale a pasar por la Puerta de Tannhäuser como si fuera la de Alcalá.

Se comprende el reproche de los aficionados que miran por su tranquilidad y por su úlcera, pero no tendría sentido que el vigente campeón de casi de todo se comportara como un carnívoro hambriento y desmelenado. Dijimos en cierta ocasión que el uniforme es blanco para que se vea mejor la sangre, pero hablábamos de la sangre propia y no de la ajena.

Contra el Getafe se repitió el guion. El Madrid dominó, marcó un gol y se dio poca prisa en hacer el siguiente, tenía el mundo por delante. La consecuencia es que el Getafe empató, ganó confianza y el mundo por delante pasó a ser mundo por detrás. El reloj se hizo presente y Zidane se vio obligado a activar el plan de emergencia, también llamado “Isco”, acrónimo de “Imaginativas Soluciones Casi Obscenas”.

Funcionó. Un pase del interfecto dejó a Cristiano frente a Guaita y con el balón dando botes. Nos ahorraremos los detalles macabros y pasaremos a la celebración. Ronaldo festejó con tanta rabia que se olvidó de la coreografía impostada y el banquillo entero salió del foso para abrazarlo. Esa reacción general y espontánea indica que el vestuario está bien ventilado y que lo importante sigue en su sitio. El resto son ajustes finos.

Antes de que Isco y Cristiano se repartieran las fotos, el partido iluminó a un futbolista que no es un polizón, quítenselo de la cabeza. El marroquí Achraf crece a cada paso como les suele ocurrir a los adolescentes de su edad (18). En Getafe consiguió inclinar el campo hacia su banda, lo que es un mérito considerable para quien juega su segundo partido de Liga. El chico tiene algo y eso es más importante que tenerlo todo. Además, corre una barbaridad y no se crispa, apenas jadea. Alguien le ha debido explicar que esto es muy largo, que todavía estamos a seis meses de divisar Orión.