El gran dictador. Chaplin, en plena mofa.

Nada soporta peor el dictador que la mofa. Chaplin lo sabía.

El hijo de puta es un imbécil que va armado. El hijo de puta con todas las letras (descartamos “hijoputas” e “hideputas”, como bien me sugieren los filólogos Elena Pérez y Fernando Carreño) se distingue de otros indeseables porque actúa desde una posición de poder. Si no la tuviera sería un cretino, relativamente inofensivo aunque indudablemente molesto.