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Con ustedes, un candidato


El fútbol inglés se aproxima. A nosotros, digo. Debía pasar, pero pensamos que nunca llegaría a ocurrir. Suponíamos que los jeques y los magnates seguirían gastando el dinero a tontas y a locas, que los entrenadores serían incapaces de sobreponerse a lo que parecía una tara estructural y una fatalidad histórica, ya se sabe que los británicos pierden gas cuando salen de las islas. Pues bien, todo es mentira. Entre otras razones porque el dinero, cuando es inagotable, termina por tener razón. Y porque el mestizaje se ha impuesto en el campo y en los banquillos, y porque el fútbol va y viene, y porque la vida es así.

El Real Madrid y la hermosa desesperación

Rutger Hauer, replicante sin réplica.

Hay algo desesperante en la resistencia del Real Madrid a cerrar los partidos. Últimamente se ha habituado a regalar indultos entre los rivales sentenciados, como si Joan Báez fuera el Gobernador de Texas. Sin embargo, y según se mire, en lo desesperante también hay algo admirable. Me refiero a la calma, no confundir con la desidia o el desinterés. La diferencia entre la pachorra y la serenidad es la sabiduría y no olvidemos que el Real Madrid viene de ganar dos Champions consecutivas, lo que equivale a pasar por la Puerta de Tannhäuser como si fuera la de Alcalá.

#LaDiferenciaPelayo: España, en la riqueza y en la pobreza

El caos universal se ordena levemente: España está más cerca de ser cabeza de serie en el Mundial de Rusia. No debía ser de otra manera, y creo que esto lo pensamos todos, ustedes y mi plural mayestático. Aunque dependamos de otros, la Selección merece un bombo de primer nivel que honre su trayectoria y que nos allane (toquemos madera) el camino. Sin embargo, esta proyección, aunque elemental, no resulta tan sencilla para futbolistas que están acostumbrados a imaginar el futuro en plazos de tres días. Por esa razón nos llevó 75 minutos marcar un gol y por el mismo motivo nos manejamos con interés, pero sin excesiva pasión. Para completar la primera aproximación al partido se hace necesario que rindamos honores al portero de Israel, Ariel Harush, que jugó en la posición teórica de murallas de Jerusalén y sólo fue superado por un misil tierra-escuadra.

#LaDiferenciaPelayo: Isco y cierra España (con perdón)

España es un país lleno de coincidencias, aunque se empeñe en negárselas. Una de sus características definitorias es el permanente deseo de llevar la contraria, inclinación que explica bastante de cuanto nos ocurre. Pondré un ejemplo que son varios. Mucho de lo que dice Piqué es por el placer de llevar la contraria y quienes se lo censuran lo hacen por el mismo motivo. Ese era el origen de los pitos contra el futbolista hasta que pitar se convirtió en tendencia y alguien decidió aplaudir para llevar la contraria. Pensarán ustedes que estoy simplificando un conflicto de gran complejidad, pero en realidad no estoy haciendo otra cosa que llevar la contraria, acto de máxima fidelidad a mi nación de naciones.

Volvamos al fútbol

Lola en el Bernabéu.

Es mal día para decir que Isco es una república independiente. Aunque, según lo pienso, es posible que los chistes, malos o pésimos, sean lo único con capacidad para rescatarnos después de una jornada de tanto bochorno. Volvamos al fútbol y supongamos que las banderas de España que proliferaban en el estadio Bernabéu eran en homenaje a Quique, entrenador del Espanyol y sobrino de Lola Flores. Diremos, en atención de los más jóvenes, que La Faraona, con indispensable ayuda de El Pescadilla, matrimonió el cante más español con la rumba más catalana. Y les brotaron flores.

Un dragón menos

Zidane, en Alemania. Caballo blanco, observen.

Hay dos maneras de enfrentarse al Real Madrid y ninguna excluye rezar. La primera pasa por cerrar filas, protegerse en campo propio y fiarse de un contragolpe improbable o de un final loco. Así, más o menos, venció el Betis en el Bernabéu. La otra posibilidad es aceptar el intercambio de golpes y disfrutar del rato que se permanece en pie, que nunca suele ser demasiado. El Borussia Dortmund, tal y como ha demostrado en los últimos años, siempre elige la opción B. Que el rival salga con un ojo amoratado le compensa de cualquier resultado adverso.

Ceballos no es broma


Hasta hace pocas horas circulaba un chiste malvado entre el beticismo. Un bético se iba a Madrid a comprarse una camiseta de Ceballos y se volvía con un peto. La broma pereció de muerte natural en Mendizorroza. O no tan natural. Que Ceballos le haga dos goles al Alavés cabe dentro de lo posible porque el muchacho tiene talento para embotellar y en Vitoria hacía sol de Sevilla en abril. Lo que no es tan normal es que un entrenador a siete puntos del Barcelona convierta en titular al chico que nunca lo ha sido. Eso mismo hizo Zidane. Ajeno al nerviosismo de los alrededores, el técnico se dejó en el banquillo a Modric y Bale. Nada menos. De haber fallado en sus cálculos, esa decisión sería el látigo con el que sería azotado durante una semana, quizá varias.

El hambre de Cristiano y las ganas de comer

La tenia de Cristiano y la serpiente de El Principito.

 

Cuando el próximo 26 de mayo se dispute la final de la Champions, probablemente con presencia del Real Madrid (estimación estadística, no sentimental), el partido contra el APOEL nos parecerá de otro siglo. A excepción de los chipriotas y los asistentes al estadio (japoneses debutantes), nadie recordará el rival de la primera noche salvo que consulte las fuentes adecuadas. No le quiero restar importancia al encuentro, pero convendrán conmigo que hay partidos que sólo son memorables si se pierden. Y en este caso, la derrota era una improbable extravagancia por el simple motivo de que Cristiano tenía hambre y el APOEL carece de colmillos.

Me dirán ustedes que Cristiano siempre está hambriento, y es muy cierto: su tenia (o solitaria) es de la familia de las anacondas. Sin embargo, esta vez se le acumulaban las dedicatorias después de 28 días sin vestirse de blanco, y ya hemos dicho por aquí que nada estimula tanto a los futbolistas como cerrar bocas (a los periodistas, a los jueces, a Montoro).

Consejo para transeúntes: no hagamos sangre

Mocitas madrileñas a la salida del estadio. Obsérvese el cielo maravilloso by Goya.

Entre las motivaciones de un lector, cada vez menos (confiemos en cambiar eso pronto), está la del descuartizamiento compartido. El lector, que ya ha trasladado el partido a la sala de despiece, espera que el cronista complete el trabajo y, después de salpicarlo todo sangre, termine por darle razón: pésimo planteamiento táctico, alineación fallida, invisibilidad de Bale, inacción de Benzema, caos absoluto.

#LaDiferenciaPelayo: Garbeo de España por Liechtenstein

Simpáticos limeños.

No se puede tener hambre —ni miedo, ni grandes inquietudes— si vives en el paraíso. Y la frase cobra todavía más sentido si vives en un paraíso fiscal. Decimos que los ciudadanos de Liechtenstein juegan mal al fútbol, pero lo cierto es que carecen de motivos para jugar bien. Para triunfar en el fútbol es necesario tener hambre en alguna de sus diversas modalidades: hambre de fama, de gloria o hambre de hambre. En esos casos, el fútbol sirve como rescate o como evasión. Un liechensteiniano (limeño, desde ahora) no necesita ser rescatado, entre otras razones, porque vive de las evasiones ajenas. Si usted o yo dispusiéramos de una renta per cápita de 147.000 dólares nos importaría menos el fútbol. Este el problema de la juventud limeña: que no tiene ninguno. Y sin problemas no hay quien dé patadas a un balón o se atreva a cabecear un Mikasa. No hay rebeldía posible en un país con 83 policías que probablemente te conocen por el nombre de pila.

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