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— Selección Española (@SeFutbol) September 2, 2017
Cuando las cosas encajan se escucha el clic. No hablo de los muebles de Ikea, como podrán comprender. Aunque también. Si el encaje es múltiple los clics suenan como la Primavera de Vivaldi. Y el mundo, lugar adusto por lo general, sonríe. Nos sucedió con la Selección del tiqui-taca y el encantamiento se prolongó durante dos Eurocopas y un Mundial, un inmenso espacio de tiempo para lo que acostumbra la felicidad, que apenas dura un verano. Al echarse el telón, la lógica más elemental indicaba que debíamos preparamos para una larga época de oscuridad. La letanía fue replicada a coro: no volveremos a disfrutar de una generación igual. Pasarán muchos años antes de que se repita algo así y quizá no se repita nunca. No habrá otro Xavi. Ni otro Iniesta…