
Tom Dumoulin, cuando un tipo lo tiene todo.
De haberse dado por buenos los resultados de la etapa del Ventoux (accidente incluido), ahora estaríamos cantando la proeza de Chris Froome, capaz de remontar a todos sus adversarios después de su heroica (e ilegal) carrera a pie por la montaña. No sucedió tal cosa y en estos momentos nos limitamos a consignar aburridamente los resultados de la contrarreloj, que deja al líder muy cerca de su tercera victoria en el Tour, aunque sin el menor atisbo de hazaña.
Sin rivales para el presente, el principal enemigo de Froome es quien ganó la crono, Tom Dumoulin, un muchacho que ya tendría una Vuelta a España en caso de habitar en un equipo a la altura de su talento. Lo que queda confirmado es que Dumoulin lo tiene todo, añadan una educación exquisita. Cada vez que le acercaron un micrófono, y le acercaron varios racimos, dedicó la mayor parte de su discurso a solidarizarse con las víctimas del atentado de Niza: “Hoy no puedo estar feliz”. Por si fuera poco, estoy por asegurar, sin consultar ninguna opinión femenina, que el chico es desagradablemente guapo.
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