Varane y Luis Suárez, en la jugada del gol.
Quién se come a quién, esa es la cuestión.

 

Sólo dos futbolistas imaginaron el Clásico. En primera instancia, Luis Suárez. La debilidad de un defensa, un mordisco sin dientes y un gol decisivo. Algo así puede ocurrir sin conexión con el entorno y así sucedió. A Sergio Ramos la imaginación siempre le traslada al último minuto, por pura costumbre o por abrir la puerta grande, quizá porque no hay placer más arrebatado. Gol de cabeza, naturalmente. Si el partido no le pertenece a nadie más es porque nadie tuvo el valor de imaginarlo.

Buena parte de la tarde la pasamos discutiendo sobre penaltis opinables, medios penaltis y tres cuartos de pena máxima pero cortada muy fina. Medimos la intensidad de las cargas, el despliegue de los brazos y la opinión mayoritaria es que el árbitro, el muy malandrín, se había equivocado gravemente por no pitar tres o cuatro penales en el área del Madrid y otros tantos en el del Barcelona. No duden que, de haberlos señalado todos, ahora estaríamos reclamando su ingreso en la institución psiquiátrica Green Manors.

Acusamos a los futbolistas de fingimientos diversos, pero desde los alrededores también contribuimos a amanerar el juego con ñoñerías insoportables. Los detalles se han convertido en lo esencial. Cualquiera diría que el fútbol se ha adaptado a los usos de Twitter de la misma manera que la actualidad política se ajusta a la programación de La Sexta.

La primera impresión, entre los palos y los lloriqueos, es que el Real Madrid salió más atento a los deberes que a los placeres. Debió respirar el Barça, y especialmente Mascherano, al no verse atacado por tierra, mar y aire, al encontrarse con un rival que estaba más pendiente de la pizarra propia que de la yugular ajena.

El caso es que el Real Madrid, demasiado precavido, se dejó igualar un duelo en el que partía con ventaja anímica y futbolística. A partir de ese equilibrio cualquier cosa se hizo posible, hasta que Luis Suárez (1,80) le ganara a Varane (1,90) un balón por alto. Si conocen la historia de Caperucita y el Lobo no es preciso que les explique la jugada. Así llegó el gol del Barça y así pareció terminarse el partido. Sin embargo, quedaba Ramos porque quedaba tiempo. Si eres del Real Madrid, la fe ya no es invisible. Además, está documentada.

2 comentarios en «Caperucita y dos lobos»
  1. Estás tú muy liviano, Juanma.

    Joder, el de Mascherano es una definición perfecta de penalti. Quizás era pronto para cantar bingo.

    Por cierto, ¿dónde están las picas, capullo?

    Un bratzo.

  2. Hola Juanma, aquí Rado otra vez,

    Creo que deberías echar un vistazo a esto: http://www.libertaddigital.com/opinion/vicente-azpitarte/opinion-clasico-barcelona-real-madrid-para-valdano-y-raul-gano-el-barcelona-80775/

    Pero toma aire antes, te lo recomiendo.

    ¿Estos lodos son consecuencia del tiempo que vivimos, o tienen algún otro origen más localizado, más concreto y determinado? En cualquier caso, la pestilencia revuelve el estómago

    Un bratzo.

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