No diré que fue un paseo militar porque fue una excursión al campo. Recordó a los partidos que se disputan en los niveles más modestos del fútbol aficionado en la sobremesa de los sábados. Partidos de veteranos, de empresas, de treintañeros castigados y cuarentones irreductibles. Quien los ha disfrutado, o todavía los disfruta, sabe de lo que hablo. Cada equipo juega su propio encuentro con independencia del rival. Sin más estrategia que alcanzar la portería contraria y evitar el corte de digestión. Sin marcajes, sin tensiones excesivas y con novias de primer semestre en las gradas. Si alguien se pone violento no falta quien le recuerda el objetivo fundamental de la reunión: “Oye, tranquilo, que aquí hemos venido a jugar al fútbol”.
El Getafe se tomó la visita del Real Madrid como uno de esos partidos sabatinos donde lo prioritario es ganarse la ducha caliente y las cañitas de después. Ajeno a la tragedia que le ronda, el equipo renunció a las argucias tácticas, incluso a la pasión, y decidió jugar a la pelota, como si el resultado fuera lo de menos. Ignoro la influencia de Esnáider en este acto de pacifismo, pero lo cierto es que nunca se le vio muy alterado: o está resignado o se hizo budista.
Como tantas veces, el ambiente no enardeció el desempeño local. Si el campo no estaba lleno es porque no todos los madrileños saben llegar a Getafe. No diré que desconozcan su ubicación en el mapa; quien más quien menos ha visto los carteles indicadores en la M-40. El problema es que hay madrileños que temen ser devorados en caso de tomar el desvío. Devorados por dragones o por carreteras en bucle, absorbidos por una circunvalación eterna que los haría coincidir en un polígono industrial con los barcos y aviones perdidos en el Triángulo de las Bermudas.
Ni qué decir tiene que el Madrid lo pasó mucho mejor que el Getafe: tuvo tiempo para pensar y campo para correr. Generó un sinfín de ocasiones y marcó cinco goles porque no debía marcar más. James jugó en la posición teórica del bueno del recreo y en su particular exhibición se vio secundado por Isco.
Del Getafe sólo se puede destacar a Sarabia, un futbolista por encima del entorno. Su gol no rescató a su equipo, pero probablemente le rescate a él. Algo es mejor que nada.
Delicioso comentario: «Su gol no rescató a su equipo, pero probablemente le rescate a él». Gracias Juanma!
“El palimpsesto de Arquímedes”
El palimpsesto del Codex Nitriensis, copiado por el monje Simeón en el s.IX fué durante muchos años el texto visible de una copia en siríaco de un tratado de Severo de Antioquía, del que se dice que había suscitado una guerra religiosa feroz entre la población de Alexandria, poniéndose de parte de los poderosos, que terminó en una carnicería y conflagraciones haciendo honor a su nombre, mientras que medio oculta y difuminada, se mantuvo impertérrita durante siglos y ajena a los arrebatos de Severo la ‘scriptio inferior’, que en este volumen corresponde a copias del siglo V d.C de la Ilíada, de los Elementos de Euclides y del Evangelio de Lucas. Las cosas sin importancia de Severo y su odio, durante años, impidieron que pudiésemos contemplar la belleza euclidiana, la pasión de la Iliada y la paz y la templanza de Lucas….ahhh, ese viejo y querido palimpsesto.
Por cierto, me alegro mucho de volver a saber de usted.
Desde las antípodas le deseo los mayores éxitos en esta nueva etapa de su vida profesional.
He disfrutado su genial prosa, fina ironía y formidable humor en cada una de su crónicas y blogs en los últimos 18 años.
Una pena que el As no haya reconocido su indiscutible talento y capacidad.
Los hombres que luchan toda la vida son los indispensables.
Ay, las antípodas…