Relatos de deporte, cine, política y de lo que sea menester

Mes: abril 2017

Monstruos S.A.

Marcelo, exultante de alegría y satisfacción, tras marcar y culminar la remontada.

Marcelo, exultante de alegría y satisfacción juvenil, tras marcar y culminar la remontada.

 

Disiento de cualquier comentario que aluda al exceso de confianza o a la distracción. No fue eso. Durante 82 minutos, el Real Madrid se interesó por el partido e hizo cuanto pudo ganarlo. Lo hizo, eso sí, con poco fútbol y bastante angustia, como si fuera consciente de la proximidad del mordisco del Valencia y de sus efectos ruinosos sobre el campeonato. Ni el gol de Cristiano aportó la menor tranquilidad.

Otra explicación, y cabe dentro de la anterior, es que tanto el Real Madrid como el Bernabéu reconocieron al Valencia como un igual desde el primer minuto (tiro al poste de Santi Mina) a pesar de su disfraz de andrajoso. La percepción de que el partido sería complicado abrumó al anfitrión y se puede entender perfectamente: la tarde lluviosa y destemplada de Madrid era más indicada para perderse debajo de una manta en compañía favorable que para luchar a brazo partido contra la inmensidad de Mangala.

#LaDiferenciaPelayo Plan B: del Real Madrid a la Selección

Marco Asensio. El jugador que hace girar los focos para que le miren a él.

Marco Asensio. El jugador que hace girar los focos para que le miren a él. Foto: SeFutbol.

 

Ya lo ven. En lugar de tener la cabeza centrada en lo que viene, me ha dado por trasladar el debate madridista, BBC o Plan B, a la Selección española. Habrá quien se vea en la obligación de recordarme que el Mundial es el próximo año y que no es momento para entretenerse en estas cuestiones. Sin embargo, según se cumplen años, uno adquiere hábitos peculiares, como observar por encima de la melé, comer brécol o enamorarse (también) de Meryl Streep.

No es año de Mundial, ciertamente, pero lo que nos ocurra en el verano ruso de 2018 dependerá en gran medida de cómo evolucione el brote revolucionario que el pasado miércoles se declaró en Riazor. Aquel fogonazo que todavía nos deslumbra reunió a Isco, Asensio, Lucas, Kovacic y James, en lo que fue un estallido de fútbol dinámico, una versión eléctrica del tiqui-taca acústico.

Hay otros mundos

El Real Madrid en Riazor. De qué planeta viniste.

El Real Madrid en Riazor. De qué planeta viniste.

Probablemente, el mejor Real Madrid del curso. Con certeza los mejores minutos, el fútbol más brillante. Un placer con un único lamento: cuántas opciones se dejan sin explorar a lo largo de una temporada. Lo que vimos en Riazor, presentado como una sospechosa ensalada de suplentes (nueve no jugaron el Clásico), fue en realidad un prodigioso descubrimiento. Sin esperarlo, nos encontramos con un equipo dinámico, chispeante en la circulación gracias a las posiciones intercambiables de los futbolistas de creación y ataque, y con más alternativas ofensivas, tan eficientes como las titulares.

Messi, principio y final

El Clásico, durante la segunda parte. O la primera.

El Clásico, durante la segunda parte. O la primera.

 

Primera explicación: Messi. Y la segunda y la tercera. Ser un futbolista extraordinario no significa hacer cosas extraordinarias, cualquiera las hace en según qué momentos. Ser extraordinario es imponer una voluntad sobre once en el campo y ochenta mil en la grada: ganar porque se quiso ganar. Se lo vi a Ronaldo (Nazario) en bastantes ocasiones y se lo hemos visto a Messi en número indeterminado. El valor aumenta si tenemos en cuenta el escenario y se multiplica si recordamos la endeblez del Barça en los primeros minutos, los del penalti a Cristiano. Respecto a esta jugada diré que hay patadas que duelen, pero no derriban, y fue la escenificación de la caída lo que hizo perder crédito a la víctima.

Se coló un árbitro

Árbitros, criaturas prodigiosas.

No sé qué escribir. Tenía los pulmones preparados para gritar por la ventana, tal y como merecen las eliminatorias que se resuelven en la prórroga. Sin embargo, antes de proceder, me llegó un aluvión de capturas televisivas que mostraban el fuera de juego de Cristiano en los goles que sentenciaron el pase, el segundo y el tercero. No soy partidario de entretenerme con los árbitros y sobre ello insisto a menudo, también cuando el Barça remontó al PSG. Considero al árbitro como un poste que te ayuda o como un palo contra el que te estrellas, tan imprevisibles y tan cargados de electricidad como una tormenta de verano. No creo en sus malas intenciones, sino más bien en sus instintos básicos: miedo, agresividad, deseo de agradar o de corregir…

Isco merece más

Los niños al poder.

Los niños al poder.

 

Isco no defiende, Isco conduce en exceso, Isco no es regular. Los detractores de Isco, a los que ahora se les podrá observar silbando por el paseo marítimo, no tienen mal gusto. Lo que les falta es paciencia. Consideran que Isco no merece el margen de distracción que se permiten otras estrellas del equipo. Y aunque los críticos esgrimen argumentos futbolísticos, en el fondo subyace un menosprecio al jugador español, al que se le buscan con más ahínco los defectos. Que si chupa, que si es lento, que si tal. El último y más irritante son las ambiciones económicas: no tenga usted duda de que Isco querrá mejorar su contrato en la próxima renovación y no se imagina cuánto pide. ¡Intolerable! Tengo entendido que Casillas tenía el mismo vicio…

La hora de la verdad

El Real Madrid, camino de la Duodécima.

El Real Madrid, camino de la Duodécima.

 

Todo es mentira hasta que llega la hora de la verdad. Lo anterior, a lo que hemos dedicado el tiempo durante ocho meses, ha sido la descripción de pequeñas glorias y dramas en miniatura con la misma perdurabilidad que una pompa de jabón. La hora de la verdad es perder en Múnich y tener que reponerse. Aceptar que un mal comienzo no implica un mal final. No afligirse cuando lo harían otros y trasladar el partido de lo anecdótico (el ambiente, los cojones, los accidentes) a lo esencial, quién es mejor.

Rey derbi, reina Ginebra

Gintonería, Úbeda, Jaén.

Gintonería, Úbeda, Jaén.

“Hola, ¿podría decirme dónde se puede ver el partido del Madrid?” (pude decir del Atlético, pero dije del Madrid, qué quieren, y eso que Úbeda es plaza rojiblanca, ya lo sé, lo que diga Sabina, Bar Melancolía). Ella responde, sin mirarme porque está colocando las sillas de la terraza y hay cosas más importantes: “En el Carrefour”. Y lo dice completamente serio, tan seria como debe serlo la encargada de una confitería en la Plaza de Andalucía. “En el Carrefour”. Con dos santos cojones, caso de tenerlos. O hay un bar que se llama el Carrefour, cosa harto improbable, o me está remitiendo a la sección de televisiones del Carrefour, probablemente del Carrefour de Jaén, la muy. No me rindo. Prosigo el paseo y, desesperado, vuelvo a preguntar. “Hola, ¿podría decirme dónde se puede ver el partido del Madrid?” (yo insisto en lo mío, como se puede advertir). “¡Pues aquí mismo, para qué mandarle a otro lugar, entre en mi casa!”. Un santo. Plateresco. Un divino calvo. Me conduce a una sala interior, con wifi, con enchufe y camareras sonrientes que me arrojan uvas y laurel al gintonic, como si fuera el César. La Gintonería, amigos, un templo junto a la Plaza del 1º de mayo, precisamente donde nació Sabina.

Morata, los goles y la confianza (o su ausencia)

La confianza, potenciado del talento.

La confianza, potenciador del talento.

 

Hay quien piensa que a Morata no le alcanza. La calidad, se entiende. Lo que yo creo es que no le alcanzan los minutos. Y no lo afirmo por su doblete en Leganés, en campo que algunos considerarán propicio. Lo digo por su rendimiento general en el campeonato de Liga, ocho goles en 888 minutos, uno menos que Benzema en 1.475 y uno más de los que ha conseguido Bale en 1.305. La estadística debería ser un argumento de peso, aunque sólo fuera para abrir el debate, pero es un asunto menor para quienes sostienen que el chico no tiene categoría para ser titular, demasiado desmadejado, demasiado blando, demasiado de la casa.

La táctica de James Bond o cómo ganar a la japonesa

Victoria dedicada a los japoneses.

Victoria dedicada a los japoneses.

 

El resumen general responde a un guion bien conocido: el Real Madrid metió al final los tres goles que anunció al principio, añadan un relleno de incertidumbre trufado de buenas ocasiones del rival para empatar el partido. Para un japonés esto es una película de James Bond en la que el héroe nunca corre verdadero peligro. Para los madridistas de cierta alcurnia esto es un sufrimiento que ataca la úlcera y multiplica las canas.

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