Después de acumular ocasiones durante los primeros minutos del partido, el Real Madrid sintió que la victoria era cuestión de tiempo. Transcurridos 80 minutos, el Real Madrid comprendió que el triunfo era cuestión de gol. Lo celebró Bale, pero lo cierto es que lo marcó Isaac Newton.
Ganar donde no lo consiguió el Barcelona y hacerlo emparedado entre una semifinal de Champions es una conquista de indudable mérito, pero la sensación es que el Real Madrid tardó demasiado en firmar lo que estaba escrito. La disculpa está servida y toca admitirla: cinco jugadores nuevos con respecto al último partido en Manchester, incluido Borja Mayoral, todavía de Erasmus.
Añadan la montaña rusa emocional que traslada a los madridistas de la Liga a Europa, con la misma presión pero con diferentes atmósferas. Únicamente el tiempo de San Sebastián es más cambiante: sólo faltó la espuma activa para jugar dentro de un lavado automático. Chorros desincrustadores, agua vaporizada, ozono abrillantador y sol para secar la colada.